Un acercamiento a la historia de su municipio: Presiones para su extinción en1926
Los jóvenes de Casillas fueron este año 2022 protagonistas de sus fiestas y han estado presentes en los actos preparatorios del jolgorio y en su desarrollo: desde la confección de banderitas para decorar sus calles hasta los talleres como el de repique de campanas. Sin embargo creo que conviene hacer un poco de memoria con los documentos, ante la imagen de lo que fue Casa Consistorial de Casillas del Ángel y leer y escuchar las entrevistas de sus últimos ediles que se publicaron en prensa, radio y televisión.
Porque no hay que olvidar que este pueblo fue cabecera municipal, capital del municipio de Casillas que dirían algunos. Que en su jurisdicción municipal hubo dos embarcaderos o puertos históricos: Matorral o Tegurame y Los Molinos. Que, de haber continuado su existencia como entidad local, en dicha jurisdicción también estaría el Aeropuerto Internacional de Fuerteventura…
Un municipio el extinto Casillas del Ángel al que pertenecían pueblos como Tefía, Llanos de la Concepción, La Ampuyenta, Tesjuates, El Matorral…
Uno de los alcaldes pedáneos, don Ignacio Barrios González, nos lo recordaba en el programa “La Pioná”, que conduce David de León para “Mírame Televisión”. A él y los que como él no quieren olvidar su historia va dedicada esta entrada de nuestro blog en la fiestas de Casillas del Ángel 2022.
Salvo Puerto de Cabras el resto de municipios majoreros se originaron como parroquias, fueron ayuntamientos parroquiales y tomaron su jurisdicción de la que usaba la iglesia, algo que se aplicó para las estadísticas de finales del XVIII en toda España pues se tomaba por unidad jurídica-geográfica básica a la parroquia.
Tenemos pues que la evolución de nuestras entidades locales y sus jurisdicciones respectivas surgen del primer organismo de ámbito insular que se creó en la Villa de Betancuria: allí estuvo el viejo Concejo, Cabildo o Ayuntamiento insular que se constituyó para frenar los excesos señoriales en el crisol de la sociedad colonial tras la conquista, cuando aún seguían independientes las islas de Gran Canaria, Tenerife y La Palma; en tiempos en que no había una jurisdicción única para todo el Archipiélago, se pergeñaba en las islas de señorío una de ámbito insular.
Y allí, en Betancuria, la Iglesia fundó una catedral de corta vida (1424-1430) y allí plantó su primera parroquia insular, la parroquia matriz como remate al proceso evangelizador. De ella emanaron las otras entre las que se repartiría la jurisdicción territorial y las rentas decimales que a cada una correspondía.
La iglesia y el municipio evolucionaron de forma distinta su organización territorial. La primera fraccionó la jurisdicción única creada en 1533 en varios momentos: Pájara y la Oliva en 1708-1711, Tetir en 1777, Antigua en 1787, Casillas del Ángel y Tuineje en 1790. Los municipios como jurisdicciones administrativas locales, calcaron su territorio sobre las parroquias (son los ayuntamientos parroquiales), y como tales unidades estadísticas los tomó el Estado en las reformas ilustradas del XVIII, que otra cosa son las pedanías y los intentos de constituirse en ellas alcaldías en los primeros momentos de la Revolución Liberal del XIX, en medio de la alternancia de momentos absolutistas y procesos revolucionarios.
Así es como podemos establecer el acta de nacimiento de nuestro municipio: Casillas del Ángel echó a andar su municipalidad en 1812 y la extinguió algo más de cien años después, en 1926.
Se acerca el centenario de la desaparición del viejo municipio que, como el de Tetir un año antes, se deberían de conmemorar en 2025 y 2026.
Puerto de Cabras, habiéndose creado en 1834-35 sin ser aún parroquia, fue capaz de “anexionar”, la figura es lo de menos (un campo de estudio local más), a los municipios aledaños de Tetir y de Casillas del Ángel al amparo del Estatuto Municipal de 1924.
El hoy Puerto del Rosario debería conmemorar sin acritudes el centenario de la muerte de dos de los ayuntamientos que a él “decidieron agregarse”, porque la memoria colectiva no debe olvidar su historia.
Porque el proceso no fue moralmente impecable. Hubo planificación y se actuó en última instancia con el ahogo fiscal de dos municipios agrarios que se tiraron el poso de los olvidos históricos.
Les convidamos a que nos acompañen al año 1926. Estamos al sur de la iglesia parroquial, en la plaza, frente a la casa Consistorial de Casillas. Allí en un cuarto que también hacía las veces de salón de actos y que algunos recordarán como juzgado de paz, estaba previsto un pleno extraordinario y público: se ventilaba la situación financiera del municipio y la denuncia por la sospecha de insumisión fiscal organizada desde Puerto de Cabras y apoyada por algunos de los contribuyentes de Casillas.
Iniciada la sesión a la hora prevista del 4 de julio de 1926 el presidente Juan Nolasco Morales expuso a la corporación el objeto de la reunión:
Poner en conocimiento de la misma que según fuentes de su autoridad, varios vecinos de este pueblo, deudores al municipio, se hallan confabulados con otros también deudores a este ayuntamiento y vecinos de Puerto de Cabras, con el fin de no pagar los tributos que como vecinos y hacendados forasteros en este pueblo, vienen obligados a satisfacer para nutrir el erario municipal, y resistirse a toda clase de procedimientos ejecutorios; y que, según noticias fidedignas y conforme se desprende del modo de proceder en el servicio que como alcalde pedí a la Alcaldía de Puerto de Cabras respecto de notificaciones a aquellos deudores, el señor alcalde de dicho pueblo también puede estar comprendido o complicado en la confabulación referida, para mejor éxito de los rebeldes, teniendo el arma indispensable de su mano para no pagar, como lo es la notificación de apremio de segundo grado. Como estos hechos, a parte de ser una desmoralización manifiesta en sentido absoluto y grado máximo, revela algo de movimiento caciquil de la antigua política en aquel pueblo, que es menester ponerle veda en bien de los intereses de este municipio, a la par que, pudiera constituir delito por levantar la bandera de la rebelión negándose al pago de los tributos votados por la nación, en uso de su indiscutible soberanía.
Por ello lo pone a la consideración de la municipalidad, con el fin de que, con el mayor estudio y precaución debida dado el color que ha tomado el asunto, acuerde lo pertinente al caso, para poder coartar toda clase de imposición ilegal que como las manifestadas se pongan por delante.
La corporación, bien compenetrada del asunto y con cuidadoso estudio precedido de una larga deliberación, acordó por mayoría: Que dada las circunstancias del caso expuesto, autorizaba ampliamente al señor Alcalde presidente para que, por todos los medios que estime convenientes haga uso de ellos, dirigiéndose a las autoridades de todo orden que estime necesarias, instruya el expediente que crea oportuno y demás movimientos necesarios a su criterio, encaminados a poner a salvo la hacienda municipal de este pueblo, sagrada para la corporación que acuerda en bien de sus intereses y de la nación en general. Contra dicho acuerdo votó en contra el concejal don Tomás Curbelo.
Aprobado el primer punto la presidencia manifestó la necesidad de nombrar a un recaudador que cobrase los arbitrios de importación y exportación cedidos por el Cabildo Insular de esta isla al municipio, con el carácter de empleado para la cobranza en la zona de “Los Molinos”. Y la corporación por unanimidad acordó nombrar para tal objeto al vecino de este pueblo, residente en Tefía, don Facundo Pérez Padilla, con derecho a percibir el diez por ciento de lo recaudado mensualmente, quedando obligado a rendir cuenta de su gestión e ingresar el sobrante, deducido aquél, mensualmente y a fin de cada mes. Aquel puertito, volcado en la exportación de cal y piedra de cal y yeso, era la esperanza como fuente de ingresos complementaria a las propias de una hacienda mayoritariamente basa en el sector agropecuario.
En aquel año la corporación de Casillas la integraban Domingo Velázquez, Fausto Carrión, Bernardo de León, Tomás Curbelo y Santiago Ramírez, presididos por Juan Nolasco Morales.
Quedaban pocos meses de independencia administrativa. La Corporación municipal de Casillas del Ángel sucumbiría poco después en un movimiento político que involucró al Gobierno Civil y su delegado en la isla para crear el ambiente propicio a la extinción y agregación a Puerto de Cabras.
De Ello hemos hablado en otra entrada de nuestro blog, a la que remitimos al inquieto lector.