miércoles, 9 de septiembre de 2015

La Calle "Guanchinerfe"

Puerto del Rosario cuenta en su callejero con este curioso nombre. Se ubica en el vial que, en rampa, se sitúa a la salida del muelle comercial o muelle grande, uniendo las calles de Ruperto González Negrín y Almirante Lallemand con la del Comandante Díaz Trayter.

Ingeniero de Caminos que diseñó el primer frente marítimo del Puerto, uno; militares los otros dos. En medio, El motovelero "Guanchinerfe".

Perteneciente a la flotilla del armador chicharrero oriundo de Fuerteventura, Rodríguez González, este buque fue el beneficiario de cuantos transportes marítimos hizo la Comisaría de Abastecimientos y Transportes en tiempos del Mando Económico de Canarias, década de 1940, cuando la gente se alimentaba con las cartillas de racionamiento y cuando surgió un buen número de comerciantes que ampliaron sus negocios en torno a los organismos derivados del abastecimiento a la isla, aún terminadas las funciones de aquellas instituciones a partir de 1953, alrededor del Consorcio cuyo almacén se situaba en la calle León y Castillo, cerca de la Explanada del Muelle Chico.

 
El "Guanchinerfe" fue uno de tantos veleros que, a lo largo de la década de 1920, fueron aparejados con motor para darles mayor rapidez y para seguir haciendo lo de siempre: el cabotaje entre islas y el cabotaje interior en unas islas con pésimas carreteras y donde era más fácil utilizar camellos que llevaran las mercancías desde los lugares de producción a los embarcaderos y viceversa. Y en las playas se vio recortar las velas de todos estos buques en lo que denominaban "escalas", pues si el manifiesto de la singladura era, por ejemplo desde cualquiera de los puertos de Tenerife con Puerto de Cabras y escalas, la principal se hacía en La Luz y, desde allí Jandía (por Morro Jable), Matas Blancas, Tarajalejo, Gran Tarajal, Las Playas, Pozo Negro, La Torre, Las Salinas y el Puerto… y regreso por los mismos sitios cuando para ello se los requería.

El protagonismo insinuado para el caso del "Guanchinerfe" tiene especial relevancia en la memoria colectiva porque especialmente se movió en las condiciones dichas cuando la gente de verdad pasó hambre en Fuerteventura, soportando mas de cinco mil militares de los batallones expedicionarios en sus pueblos, y ver recortarse la silueta de aquel velero en las bahías suponía reponer abastos, utilizar la cartilla de racionamiento, llenarse los almacenes del Consorcio e incrementar el movimiento de las tienditas con cartillas adscritas… Pero también la salida del queso, del pescado salado, de las viejas secas y del marisco; del estiércol, de la tierra blanca, de la piedra cal, la cal y el yeso…

Pero la estela del "Guanchinerfe", como la de los Correíllos y otros vapores que nos visitaron, no debería ocultar otros muchos barcos que hicieron exactamente las mismas funciones, como el "Taburiente", "la Inés", "el Arlequín", "la Enriqueta", "la Juanita", "la Dolores", "María del Rosario", "La Rosa", "El Telémaco", "El Rosario", "el Asterope", "la Bella Lucía", "el Diana", "la Estrella", "el Cazón", "La Evelia", "la Estelena", "el Capitán Pírez", "El Marte", "El San Miguel" y tantos otros… especialmente los vinculados a los también oriundos de Fuerteventura "Cotillo-Oliva" o el "Pájaro", este ultimo de Manuel Saavedra. Todos con cargas generales pero, la mayoría, relegados a la carga de la piedra de cal y sus derivados. Todos renquearon haciendo posible las comunicaciones cuando las carreteras ni se imaginaban… ¡Bueno! Algunas sí, que para algo sirvieron los presos de la compañía del Batallón de Castigo en la isla, pero eso es otra historia.

Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas.-

jueves, 23 de julio de 2015

El Grupo Escolar "Primo de Rivera" en Puerto de Cabras

Desde la década de 1920 andaba por los presupuestos un proyecto de Grupo Escolar para Puerto de Cabras. Pero feneció la dictadura de Primo de Rivera, pasó la II República y la Guerra Civil y, en la posguerra, mientras el mundo se debatía en su II Gran Guerra del siglo XX... Mientras Canarias sobrevivía bajo el Mando Económico presidido por el Capitán General de la Región, bajo el racionamiento y la austeridad; además de fortificar la Fuerteventura, de acoger en su suelo prisioneros y deportados del bando republicano, de construirse pistas de aterrizaje y cuarteles, presas y "barriadas obreras", se construyó el colegio que nos ocupa.

El "Grupo escolar Primo de Rivera", Puerto de Cabras 1946 (Foto publicada en la revista La Voz de Fuerteventura, 1987-88)
Lo recordamos como Colegio del Charco, en el barrio del mismo nombre, en Puerto del Rosario. Y fue inaugurado el 4 de julio de 1946 por el entonces Capitán General de Canarias y Jefe del Mando Económico de la Región, Francisco García Escámez e Iniesta, con asistencia del Teniente Coronel y Comandante Militar de Fuerteventura, Antonio González Sánchez, del Presidente del Cabildo, Lorenzo Castañeyra, del transitorio alcalde, Teodomiro Pérez Martín, y de Ceferino Erdozain Elizalde, Jefe Insular de Falange Española y de las JONS, entre otras personalidades.
La Barriada Militar surgida para alojar los mandos y cuadros del Cuartel recién construido, aconsejaron la construcción de este centro escolar y de algunas plazas que supusieron el ensanche definitivo de Puerto de Cabras/Puerto del Rosario que daría origen al hoy populoso barrio de El Charco.
Desde marzo de 1945 la Capitanía, el Cabildo y el propio ayuntamiento de Puerto de Cabras, afrontaron este proyecto de construcción escolar para el que el municipio aportó un solar donado por el armador Andrés Rodríguez González (de ANDROGON), no sin resolverse la tercería de dominio bosquejada por Antonio Abad Martín Alonso en favor del primero, al que hubo de hacérsele un aljibe de las mismas características del que había en aquel solar y que había usado para la aguada de sus barcos.
El grupo escolar de El Charco, identificado con una rotulación en azulejos bajo el hastial que enmarcaba el escudo preconstitucional, funcionó durante algunas décadas, hasta que fue demolido en la década de 1990.
Varias generaciones de majoreros que forjaron el barrio, estudiaron en sus aulas durante varias décadas, a cuya memoria se dedica este recuerdo.
Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas

domingo, 24 de mayo de 2015

El Ministro de Gracia y Justicia en Fuerteventura, 1927

Como un celaje.

La visita de Galo Ponte y Escartín se inició en el Puerto de Gran Tarajal; llegó primero al sur de la isla, cosa que, aunque fuera casual, pudo incomodar a cierto sector de la población majorera. Pero quizás obedeciera más al cansancio del viejito, harto del zarandeo que suele causar el tiempo de febrero en los barcos más marineros. Y se fotografió, ¡vaya si se dispararon fotos al acontecimiento!
Sin embargo los recuerdos se enredan en la memoria colectiva de los pueblos y suele generar confusiones en las propias imágenes que se tomaron de aquel acontecimiento, cuyos depositarios actuales han permitido su reproducción a quienes, seguramente sin intención, descuidaron copiar también las anotaciones anexas o dorsales de aquellas fotos.
 
Vapor Romeu, de la Trasmediterránea, donde viajó el Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte.
Pero además de eso, el ministro no llegó primero a Puerto de Cabras. Con la reciente agregación de los municipios de Casillas del Ángel y de Tetir, con la división provincial en ciernes, este hecho adelantaba un nuevo triunfo de quienes apostaron por ella desde 1911. El ministro que, respetando los cabildos, estudiaba la reestructuración administrativa en el archipiélago, ya casi barajaba los nombramientos de los gobernadores civiles para la provincia de Santa Cruz de Tenerife y de Las Palmas, y de los delegados insulares de gobierno en las otras dos islas orientales...

Una caravana de casi veinte coches se arrastró por las dos carreteras principales de la Fuerteventura de entonces, desde La Oliva al puerto de Gran Tarajal, pasando por Puerto de Cabras, y regreso. A su bordo viajaban los representantes del Cabildo y de los municipios majoreros que, en el día anterior, 17 de febrero, habían dejado los adornos de las calles y locales en que pensaban agasajar a la autoridad que los visitaba; se le unieron los pudientes que, con sus coches salieron de Pájara, Antigua, Tiscamanita y Tuineje; también desde Puerto don Laureano Saavedra se hizo acompañar de su teniente de alcalde Ángel González, sumándose a la comitiva.

En Gran Tarajal los maestros confeccionaron banderitas de papel que agitarían los niños a lo largo de su recorrido, como también lo hicieron en Pájara, donde precisamente se inauguró una escuela, en Antigua y en Puerto de Cabras. Las damas lucieron sus mejores galas y, bajo arcos de hojas de palma penetró el Galo Ponte en Fuerteventura a primera hora de la mañana. En la bahía, frente al reciente muellito, la silueta del buque de Trasmediterránea que lo había traído se mecía fondeado: tenía casi doce horas para llegar a Puerto de Cabras, donde debía recogerlo al anochecer.
 
Comité de bienvenida al Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte, en Gran Tarajal, 1927.
La comitiva salió de Gran Tarajal en dirección a Tuineje, donde su alcalde, Arturo Bethencourt Francés, le enseñó el ayuntamiento situado en la Plaza de San Miguel, junto a la iglesia parroquial que regentaba el cura Manuel Suárez Viera; desde allí subieron hacia Pájara, visitaron el consistorio y el ministro hizo entrega al primer edil, Rafael Soto Soto y al maestro nacional Manuel Benítez Hernández, de la escuela recientemente construida por el Estado.

Gumersindo Martel Cardona, presidente de la corporación de Betancuria les advirtió del estado de la carretera hasta la Villa, por lo que retrocedieron hasta Tuineje (aún no esta construída la carretera por Valle de Santa Inés) para seguir viaje hacia el Norte. Se detuvieron en Antigua donde visitaron el ayuntamiento que les mostró su alcalde Jerónimo Ramos Martín, y una muchedumbre que, cada vez era más numerosa, llenó la Plaza de Nuestra Señora de Antigua, junto a la casa consistorial y la iglesia. Allí se cobijaron a la sombra de la torre del templo para descansar, soñando con el almuerzo en el Puerto.

La caravana comenzó a adentrarse en la nueva jurisdicción municipal de Puerto de Cabras para detenerse en La Ampuyenta, una visita recurrente de cuantas autoridades vinieron a la isla, acaso para mitigar la vergüenza de lo que pudo ser y no fue el verdadero sentido del legado del Doctor Mena y Mesa (un hospitalito para Fuerteventura), contemplando la riqueza pictórica de la ermita de San Pedro de Alcántara.

Cuentan las crónicas que el ministro y sus acompañantes quedaron asombrados con el verdor de los cultivos de tomate recién implantados en Casillas del Ángel y Tesjuates, mientras continuaron la marcha hacia Puerto de Cabras.

 Y aún llegaron a tiempo de asistir a una salve oficiada por el cura Juan Ramírez en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario, antes de la recepción en el salón de actos del ayuntamiento de Puerto de Cabras, donde el ministro, acompañado siempre del Delegado del Gobierno, Santiago Cullen Ibáñez, recibió a las corporaciones municipal y cabildicia, entonces presididas por Laureano Saavedra Peña y Francisco Medina Berriel, respectivamente.
 
El público arropa al Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte, en la calle Fernández Castañeyra, de Puerto de Cabras, 1927.
La calle Fernández Castañeyra, delante del Ayuntamiento estaba atestada de un numeroso público que entre arcos de hojas de palma y banderitas portadas por los escolares, vitoreaba a España, al Rey, al General Primo de Rivera y al propio Ministro que, ya hambriento, se abría paso en pos del almuerzo que le regalaban el Ayuntamiento y el Cabildo en el hotel "La Tinerfeña", regentado por Francisco de Vera Manrique. No faltaron al agasajo las autoridades militares: Ayudante de Marina, Julio Fernández, y Comandante militar de la isla, José Bethencourt.

En el Puerto Galo Ponte renunció a su siesta para atender la invitación del alcalde de La Oliva, Francisco Calero Rugama, visitando como un relámpago los pueblos de Tetir y la propia La Oliva, regresando al Puerto para embarcarse a las siete de la tarde en el vapor Romeu que lucía como una ciudad flotante en la bahía de Puerto de Cabras, frente al muelle municipal.

Ya anochecido los barquillos se acercaron a las amuras del vapor de Trasmediterránea con las autoriades locales, invitadas por el Ministro a una comida a bordo. Después zarparía para dejarnos una de las visitas peor documentada en las crónicas.

Así culminaban unas doce horas de visita sobre tierras de Fuerteventura donde los fotógrafos, tan hartos como el propio ministro y su séquito, apenas desplegaron sus artefactos en Gran Tarajal, en Tuineje, en Pájara, en Antigua, en La Ampuyenta, en las calles del Rosario y Fernández Castañeyra, de Puerto de Cabras, y en La Oliva.

jueves, 2 de abril de 2015

El Coronel Batista visita Fuerteventura

 
Fue su primera y única estancia en la isla, pero su recuerdo se prolongó más allá de la década de 1950…

Aquel miércoles, día de Correíllo en Puerto del Rosario, Maximiliano Batista Pérez fue recibido y cumplimentado por la Guardia Civil de guarnición en la plaza. Apenas puso los pies sobre el adoquinado del muellito, se le condujo junto a otros miembros de su séquito hasta el Centro Penitenciario de Tefía.

Por el camino, el mismo chofer de la camioneta le fue ilustrando con las obras que se estaban haciendo: una cantera de piedra de cal, recrecimiento de la presa de Los Molinos, tareas en las que –dijo uno de los números de la benemérita, mirando a los viajeros- estaba seguro de que también colaborarían.

Batista se rascó la barba cuando le llegó el aire caliente de aquella llanura en la que, a lo lejos, ya se adivinaba un pequeño torreón donde ondeaba una bandera y a cuyos pies –pensó- estaría el comité de recepción.
Foto policial publicada en la prensa de la época. [Jable, Archivo de Prensa Digital de la ULPGC]

Un cuarto de hora después se encontraba ante la puerta de acceso a la colonia agrícola penitenciaria. Tres o cuatro funcionarios de prisiones flanqueaban la ventana donde ya asomaba Tomás Fernández Cimadevilla, entonces alcaide, dándole vueltas a un canuto de papel en el que había garabateado las líneas principales de su discurso de bienvenida.

El camión se detuvo junto a un grupo de reclusos que se alineaba en perpendicular a la pared del establecimiento, y que no serían más de quince; el chofer maniobró hasta dejar el vehículo frente a la ventanilla custodiada por Vicente Segura, por Elías Echeverría y por Miguel Escudero, entre otros.

Abrieron la portezuela del volquete donde venían, en dos hileras, unos diez presos que supervisados por el copiloto y los guardias civiles, fueron saltando a la polvorienta explanada.

Terminada la operación de "descarga" y apartado el vehículo, los nuevos formaron frente a la ventana para escuchar la bienvenida acostumbrada. El director tomó la palabra nombrando uno a uno a los visitantes, deteniéndose especialmente en Maximiliano para glosar la noticia que recién había leído en la prensa:

"Fuerzas de la Benemérita pertenecientes al puesto del Puerto de La Luz se han anotado un buen tanto al quitar de la circulación a dos sujetos de vuestra calaña. Y los detenidos no son ni más ni menos que ustedes, nuestros ilustres visitantes: Maximiliano Batista Pérez, a quien todos ya conocen por el "Coronel Batista" y también por "El clenque", y José García, al que llaman El Rubio.- La labor de las fuerzas de la guardia civil, con quienes ustedes tan bien se llevan, no consistió solo en localizarlos y detenerlos, sino que con vuestra voluntad por delante, volvieron a las viviendas que habían visitado para explicarse la forma en que se introdujeron para perpetrar los diferentes golpes.- Una de las operaciones acometidas por su excelencia, Coronel Batista, todo un prodigio, fue realizada en un pensión sita en una de las calles más importantes del barrio de Santa Catalina.- Como quien no quiere la cosa, entraron en el hall de recepción y como diese la casualidad de que entonces no hubiese nadie allí, pero sí un estupendo maletín, pues allá que arrancaron con el jallo. La sorpresa fue mayúscula para su autoridad, Coronel Batista, cuando se dieron cuenta de que en el interior de aquella valija había nada menos que cuatro mil quinientas pesetas en billetes de curso legal junto a otros objetos de valor.- Como no podía ser de otra forma, optaron por quitarse de en medio y nuestros hombres tomaron el correíllo que lleva a Santa Cruz de Tenerife, donde vivieron por algunos días dándose vida de príncipes, o, mejor dicho, de coroneles (sensu majorero). Pero cuando los cuartos tocaban a su fin, retorno a Las Palmas de Gran Canaria, y al trabajo.- Nuevos méritos para visitarnos, hasta que parte de las prendas robadas en uno de los chalets de Ciudad Jardín fueron vistas en poder de un tranquilo transeúnte que por lo visto, comprador de buena fe, las había adquirido a cuatro perras gordas… se siguieron las pistas convenientes y al poco se logró la captura y aquí los tenemos, a compartir con nosotros dos años de presidio."

Despojado así de los galones, el alcaide advirtió a Batista que aquí venía a ser uno más. Y generalizó mirando a los otros del comité que le acompañaban: "este hombre que hasta ayer fue coronel, hoy seguirá siendo el clenque, que de otra manera no podemos llamarlo, a la vista está –se sonrió-, uno más de los casi doscientos que han pasado por aquí desde que se inauguró este Campo de Concentración en 1954, para arrancar y darle vuelta a las piedras, para trabajar bajo las caricias del sol, despojado como muchos de ustedes de la mínima dignidad..."



[Tomás Fernández Cimadevilla aparece como jefe de la prisión, colonia o campo de concentración, inmediatamente después de Prudencio, el de la Casa de Dios, aunque desconocemos si entre ellos hubo otro alcaide. 
Entre los custodios y vigilantes de la prisión estaban funcionarios del cuerpo de prisiones y algunos militares destacados allí con carácter voluntario. Elías, Miguel y Vicente, aquí citados, aparecen con nombramientos como auxiliares del cuerpo de prisiones en el BOE-La Gaceta Madrid. También ahí se puede rastrear los traslados y nombramientos de directores.
Entre 1954 y 1966, estuvieron confinados en la Colonia de Tefía alrededor de trescientos reclusos]
 
Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas