domingo, 24 de mayo de 2015

El Ministro de Gracia y Justicia en Fuerteventura, 1927

Como un celaje.

La visita de Galo Ponte y Escartín se inició en el Puerto de Gran Tarajal; llegó primero al sur de la isla, cosa que, aunque fuera casual, pudo incomodar a cierto sector de la población majorera. Pero quizás obedeciera más al cansancio del viejito, harto del zarandeo que suele causar el tiempo de febrero en los barcos más marineros. Y se fotografió, ¡vaya si se dispararon fotos al acontecimiento!
Sin embargo los recuerdos se enredan en la memoria colectiva de los pueblos y suele generar confusiones en las propias imágenes que se tomaron de aquel acontecimiento, cuyos depositarios actuales han permitido su reproducción a quienes, seguramente sin intención, descuidaron copiar también las anotaciones anexas o dorsales de aquellas fotos.
 
Vapor Romeu, de la Trasmediterránea, donde viajó el Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte.
Pero además de eso, el ministro no llegó primero a Puerto de Cabras. Con la reciente agregación de los municipios de Casillas del Ángel y de Tetir, con la división provincial en ciernes, este hecho adelantaba un nuevo triunfo de quienes apostaron por ella desde 1911. El ministro que, respetando los cabildos, estudiaba la reestructuración administrativa en el archipiélago, ya casi barajaba los nombramientos de los gobernadores civiles para la provincia de Santa Cruz de Tenerife y de Las Palmas, y de los delegados insulares de gobierno en las otras dos islas orientales...

Una caravana de casi veinte coches se arrastró por las dos carreteras principales de la Fuerteventura de entonces, desde La Oliva al puerto de Gran Tarajal, pasando por Puerto de Cabras, y regreso. A su bordo viajaban los representantes del Cabildo y de los municipios majoreros que, en el día anterior, 17 de febrero, habían dejado los adornos de las calles y locales en que pensaban agasajar a la autoridad que los visitaba; se le unieron los pudientes que, con sus coches salieron de Pájara, Antigua, Tiscamanita y Tuineje; también desde Puerto don Laureano Saavedra se hizo acompañar de su teniente de alcalde Ángel González, sumándose a la comitiva.

En Gran Tarajal los maestros confeccionaron banderitas de papel que agitarían los niños a lo largo de su recorrido, como también lo hicieron en Pájara, donde precisamente se inauguró una escuela, en Antigua y en Puerto de Cabras. Las damas lucieron sus mejores galas y, bajo arcos de hojas de palma penetró el Galo Ponte en Fuerteventura a primera hora de la mañana. En la bahía, frente al reciente muellito, la silueta del buque de Trasmediterránea que lo había traído se mecía fondeado: tenía casi doce horas para llegar a Puerto de Cabras, donde debía recogerlo al anochecer.
 
Comité de bienvenida al Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte, en Gran Tarajal, 1927.
La comitiva salió de Gran Tarajal en dirección a Tuineje, donde su alcalde, Arturo Bethencourt Francés, le enseñó el ayuntamiento situado en la Plaza de San Miguel, junto a la iglesia parroquial que regentaba el cura Manuel Suárez Viera; desde allí subieron hacia Pájara, visitaron el consistorio y el ministro hizo entrega al primer edil, Rafael Soto Soto y al maestro nacional Manuel Benítez Hernández, de la escuela recientemente construida por el Estado.

Gumersindo Martel Cardona, presidente de la corporación de Betancuria les advirtió del estado de la carretera hasta la Villa, por lo que retrocedieron hasta Tuineje (aún no esta construída la carretera por Valle de Santa Inés) para seguir viaje hacia el Norte. Se detuvieron en Antigua donde visitaron el ayuntamiento que les mostró su alcalde Jerónimo Ramos Martín, y una muchedumbre que, cada vez era más numerosa, llenó la Plaza de Nuestra Señora de Antigua, junto a la casa consistorial y la iglesia. Allí se cobijaron a la sombra de la torre del templo para descansar, soñando con el almuerzo en el Puerto.

La caravana comenzó a adentrarse en la nueva jurisdicción municipal de Puerto de Cabras para detenerse en La Ampuyenta, una visita recurrente de cuantas autoridades vinieron a la isla, acaso para mitigar la vergüenza de lo que pudo ser y no fue el verdadero sentido del legado del Doctor Mena y Mesa (un hospitalito para Fuerteventura), contemplando la riqueza pictórica de la ermita de San Pedro de Alcántara.

Cuentan las crónicas que el ministro y sus acompañantes quedaron asombrados con el verdor de los cultivos de tomate recién implantados en Casillas del Ángel y Tesjuates, mientras continuaron la marcha hacia Puerto de Cabras.

 Y aún llegaron a tiempo de asistir a una salve oficiada por el cura Juan Ramírez en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario, antes de la recepción en el salón de actos del ayuntamiento de Puerto de Cabras, donde el ministro, acompañado siempre del Delegado del Gobierno, Santiago Cullen Ibáñez, recibió a las corporaciones municipal y cabildicia, entonces presididas por Laureano Saavedra Peña y Francisco Medina Berriel, respectivamente.
 
El público arropa al Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte, en la calle Fernández Castañeyra, de Puerto de Cabras, 1927.
La calle Fernández Castañeyra, delante del Ayuntamiento estaba atestada de un numeroso público que entre arcos de hojas de palma y banderitas portadas por los escolares, vitoreaba a España, al Rey, al General Primo de Rivera y al propio Ministro que, ya hambriento, se abría paso en pos del almuerzo que le regalaban el Ayuntamiento y el Cabildo en el hotel "La Tinerfeña", regentado por Francisco de Vera Manrique. No faltaron al agasajo las autoridades militares: Ayudante de Marina, Julio Fernández, y Comandante militar de la isla, José Bethencourt.

En el Puerto Galo Ponte renunció a su siesta para atender la invitación del alcalde de La Oliva, Francisco Calero Rugama, visitando como un relámpago los pueblos de Tetir y la propia La Oliva, regresando al Puerto para embarcarse a las siete de la tarde en el vapor Romeu que lucía como una ciudad flotante en la bahía de Puerto de Cabras, frente al muelle municipal.

Ya anochecido los barquillos se acercaron a las amuras del vapor de Trasmediterránea con las autoriades locales, invitadas por el Ministro a una comida a bordo. Después zarparía para dejarnos una de las visitas peor documentada en las crónicas.

Así culminaban unas doce horas de visita sobre tierras de Fuerteventura donde los fotógrafos, tan hartos como el propio ministro y su séquito, apenas desplegaron sus artefactos en Gran Tarajal, en Tuineje, en Pájara, en Antigua, en La Ampuyenta, en las calles del Rosario y Fernández Castañeyra, de Puerto de Cabras, y en La Oliva.