viernes, 8 de junio de 2012

De Fuerteventura al Río de la Plata. Cuando éramos emigrantes

"Pequeñas" biografias de la emigración majorera

Comenzaremos por aquel grupo de colonos del que ya hemos hablado en otro lugar: los contratados por Francisco Morales Dumpiérrez en la isla de Fuerteventura en 1832 y 1833.
Todos los viajeros compartieron las expectativas de mejora que aquel conejero oriundo de Fuerteventura y residente en Arrecife de Lanzarote, insufló a los desesperados isleños y todos experimentaron las experiencias de un tortuoso viaje que tocó en Río de Janeiro, en Maldonado y, finalmente, en Buenos Aires.
Años atrás, en 1827, Morales había convenido con las autoridades de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el traslado de colonos de las islas. Ese mismo año llegaba al puerto de Buenos Aires el bergantín "Océano", de la propiedad de Gerardo Morales e hijos (padre y hermanos del empresario que nos ocupa), abarrotado de isleños del centro y sur de Lanzarote.
Extrañaría mucho que estos barcos navegaran por el Plata en momentos de guerra entre Las Provincias Unidas y la metrópoli española, si no atendieramos al aviso que Ochoa de Eguileor nos manda al tratar documentos de  la emigración masiva de canarios hacia aquel destino: "a fin de asegurar la navegación de dicho individuo [Francisco Morales] en el estado actual de guerra... se le permita navegar con dos patentes..."
Nos encontramos, pues, en 1827 ante una política migratoria del gobierno de las Provincias Unidas con la que se pretendía en principio colonizar la Banda Oriental. Testigos de estos conflictos y de los que soportarían en la República Oriental del Uruguay, nuestros emigrantes, los colonos majoreros, da la impresión de que no fueron tratados como ciudadanos de la metrópoli, siendo muchas veces reclutados e incorporados a filas en alguno de los bandos.
Dos años después y merced a los cambios en el gobierno de las Provincias Unidas, también cambiaron las políticas migratorias y el convenio con Francisco Morales ya no tuvo vigencia.
Es la parte de la historia que los colonos de 1832-33 no pudieron conocer. Cosas de las comunicaciones de la época. Y se embarcaron vendiéndolo todo para acabar ingresados en la Chacarita de los Colegiales y en lo que fue convento de Recoletos o, los más pudientes, buscándose la vida como pudieron en las fincas de los alrededores de Buenos Aires y cruzando el Plata con destino Montevideo, su anhelada tierra de promisión.
Nos ocuparemos en primer lugar del contingente que se desplazó con Francisco Morales en 1833, partiendo del principio que siempre me ha movido: desvelar las identidades y las pequeñas o grandes historias que se esconden tras los números de una estadística, fuera de los análisis macroscópicos: Provisionalmente logré documentar en origen alrededor de doscientas personas, cuya descendencia arraigó en Argentina, Uruguay y Brasil.

Iglesia de la "Chacarita de los Colegiales", Buenos Aires, donde  fue internado por algún tiempo parte del  grupo de  colonos majoreros trasladados por Francisco Morales [Foto publicada por Jorge Ochoa de Eguileor:1999]

ABREU.- Este apellido lo encontramos en Fuerteventura durante el XVIII y primera mitad del XIX. Llegó aquí procedente de la localidad de Yaiza, en la vecina isla de Lanzarote. Un grupo se estableció en Tetir y su término.
Descendiente de Francisco Abreu y de Bernarda Silva, de aquella procedencia, fue Antonio Abreu Silva que casó en Tetir con María Rosa de Vera, en 1810. Hijos de este último y prolífico matrimonio fueron Tomás (1813), María Concepción (1914), Francisco (1816), Antonio (1818), Bernardo Juan (1820), Juan Fernando (1821), Clemente (1822), Atanasio (1824), Antonio María (1826), Leocadia (1827), Andrés (1829) y Bárbara (1831).
Copyright Francisco Javier Cerdeña Armas