jueves, 31 de julio de 2014

Tetir echa el cierre a su Ayuntamiento, 1925

Lo pregonó la Gaceta de Madrid en su número 214 de 2 de agosto de 1925: La Dirección General de Administración por resolución de 31 de julio hacía público que los ayuntamientos de Puerto de Cabras y Tetir (Canarias), acordaron fusionarse al amparo del artículo 17 del Estatuto Municipal, formando uno solo, con capitalidad en Puerto de Cabras.
La cuestión de límites de Puerto de Cabras y Tetir se politizó una vez más: Durante los tiempos previos al plebiscito promovido por Manuel Velázquez Cabrera, cuando luchaba por un escaño en la Diputación Provincial, éste hizo suya la cuestión jurisdiccional entre estos dos municipios majoreros para hostigar las apetencias del grupo de presión afín a Fernando de León y Castillo y orquestado aquí por Ramón Fernández Castañeyra.
En el contexto de la Restauración, burguesía de Puerto y terratenencia provocan fricciones que dan lugar a actitudes caciquiles que operan tanto en las situaciones liberales como en las conservadoras: tanto el caso de Tetir como el de Hermigua, saltaron a la prensa con tintes de batalla entre amos.
Los recursos económicos: el muelle como herramienta de Puerto estrangula a los exportadores que utilizando Puerto Lajas o Rosa del Agua, soportan la presión fiscal impuesta por la jurisdicción marítima de Puerto de Cabras tras su declaración como único habilitado.

Tetir hacia 1910, foto publicada en Canarias7

La Ley Canalejas de 1912 creó, entre otros, el Cabildo Insular de Fuerteventura, puesto en marcha en marzo de 1913, con unos recursos financieros que, hasta entonces, gozaba Puerto de Cabras desde que construyó su muelle en 1894: La falta de esta fuente de ingresos basada en las aranceles a la exportación e importación de productos en la isla animó al Puerto a reavivar sus apetencias territoriales sobre los municipios colindantes de Casillas del Ángel y de Tetir, bastante maltrechos por la morosidad fiscal que soportaban sus recaudaciones.

Quien ríe el último…

El viejo pleito jurisdiccional entre los pueblos de Tetir y Puerto de Cabras se zanjó definitivamente con la legislación de la dictadura del General Primo de Rivera. Entre sus estatutos de 1924 se redactó el Municipal, donde se contemplaron supuestos de fusión, agregación y extinción de municipios que la burguesía local no dudó en aplicar. Y quien dispusiera de mejores conexiones políticas se llevaría el gato al agua.
El caciquismo que durante años prosperó gracias al analfabetismo, invocó éste para defenestrar un ayuntamiento: quienes no supieran leer y escribir no podían ser concejales. En una primera andanada el Delegado de Gobierno en Fuerteventura aplicó esta máxima para desalojar a los peones que ejercían de ediles a las órdenes de determinado sector político (Guillermo Barrios, Luciano Cedrés, Antonio González y Francisco Rodríguez dieron paso a Francisco S. Ocampo Fuentes, Domingo Morales García, Donato Barrera Herrera y José Cabrera Fuentes), luego se destituyó a toda la corporación, y siguiendo la propuesta del Gobernador Civil, consensuada con la burguesía local de Puerto de Cabras, nombró a los que votarían, entre otros acuerdos, el de extinguirse como municipio y disolverse como ayuntamiento.
Casi cien años de vida municipal se callaron en la primavera de 1925. Habían bastado unos cuantos decretos y un estatuto para que la Historia con mayúsculas rodase sobre las tierras majoreras alentando viejas aspiraciones anexionistas, conduciendo la historia local a las catacumbas del olvido.
En otra ocasión hemos hablado de lo acontecido en el también extinto municipio de Casillas del Ángel, sus últimas corporaciones, su último alcalde; y también de cómo afrontaron las políticas restrictivas que condujeron a la disolución de su ayuntamiento.
Ahora le toca a Tetir.  Con las conocidas restricciones documentales o fuentes históricas, atisbamos que también Tetir entró en los planes gubernativos que desde la Delegación de Gobierno buscaron su agregación a Puerto de Cabras. Con la Dictadura le llegó la presión para su disolución: se removieron concejales y se diseñó a medida la corporación de los “enterradores de la municipalidad tetireña”, entre cuyos primeros acuerdos figuró uno que no tiene desperdició para ver de dónde venía la decisión final: “cambiar el nombre de la plaza del pueblo por la del diputado Salvador Manrique de Lara”; después vino la solemne decisión de disolverse y extinguirse, escrita sobre un libro de actas que alguien no quiere compartir, atesorándolo como de su propia colección.
En abril de 1924 el Delegado de Gobierno en Fuerteventura ordenaba la renovación del ayuntamiento de Tetir con los siguientes señores:

Francisco Marichal Cedrés, que resultó alcalde,
Luis Rodríguez García, 1º teniente de alcalde,
Manuel Lima Martín, 2º teniente de alcalde,
José Fernández Sarabia, Síndico,
Domingo Morales García, concejal,
Gervasio Nieves Viña, concejal,
Liborio Rodríguez Reyes, concejal
Domingo Soto Ocampo, concejal.

Tales fueron los que se constituyeron en Ayuntamiento el día 29 de abril; el mismo día  en que también quedó constituida la Comisión Municipal Permanente.
Y ellos fueron quienes cumplieron las órdenes. A falta de poder consultar el libro de actas secuestrado (Cosas de la historia documental de los pueblos), y con algunos cambios puntuales, llevaron al ayuntamiento de Tetir a decidir la extinción municipal y la disolución de los mismos como corporación.
Entre los acordes festivos de cada cuatro de agosto, la procesión de Santo Domingo de Guzmán intenta despertar la memoria… Apenas se recuerdan los miembros del viejo ayuntamiento, casi nada se sabe de sus últimos alcaldes…

La bruma sobre Tetir. Foto aportada por Paco Cerdeña.

Ninguno de los viales de la localidad, si exceptuamos el que lleva el nombre de José Cascales López (primer edil en tiempos del litigio jurisdiccional contra Puerto de Cabras), recuerda la municipalidad tetireña y, con el tiempo, la memoria confunde nombres, yerra cargos en un intento de mentar que allí hubo en otro tiempo una casa consistorial, que allí se juraban antiguas Constituciones de la Monarquía Española en su plaza pública…
Esa es una parte de la historia que, sin saber por qué, se silencia. Muchos conocemos algunos retazos y hay quienes oyeron decir a sus abuelos que habían sido concejales del municipio rural de Tetir.
Hora es ya de pensar en quienes nos sucedan pues somos meros usufructuarios de este solar majorero que se nos presta: El siglo XX nos quitó el Municipio, ¡que el siglo XXI no nos quite la memoria!
Los guardianes de los papeles viejos deben animar su consulta a los que deseen estudiar y difundir la Historia, también la microhistoria, la historia local de los pueblos y de sus gentes.
Y las instituciones, a su vez, solemnizar y rescatar casi cien años de vida municipal que se silenciaron para propiciar la eclosión de nuestra ciudad como capital de Fuerteventura. También estos episodios forman parte de la identidad de nuestros pueblos y callarlos en nada contribuye a mantenerla.
Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas