Releyendo a don Felipe Bermúdez
en su “Defensor de la isla”, me encuentro con unas notas sobre la historia de
Las Salinas del Carmen, en la costa del municipio de La Antigua. Nos dice el autor que
aquella industria llegó al Cabildo de Fuerteventura por compra a los herederos
de don Manuel Velázquez Cabrera quien, a su vez, había heredado de sus tíos una
parte de la misma en 1904; que el promotor del Plebiscito compró al año
siguiente el resto de aquella propiedad, empecinado en modificarla y ponerla en
explotación, cosa que, al parecer, culminó en 1910.
Y a don Manuel, según el autor
citado, se debe el topónimo que, a partir de entonces, bautizó a las salinas de
la Hondurilla ,
cambiando el de Salinas de la
Torre por el de Salinas del Carmen, en honor a la esposa del abogado de Tiscamanita.
Hace unos años visité el Museo de
la Sal que, en
aquellas salinas abrió el cabildo majorero y, en unos de sus paneles
informativos, se nos dice que la industria salinera es obra que hizo don Manuel
Velázquez en 1910, dato que no me cuadraba con un mapita de principios del XIX
cuya copia me facilitó Maica Román en 1995. Se silenciaban así más de cien años
de historia.
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Representación de las Salinas de La Torre, 1807 (facilitada por Maica Román) |
Esta inexactitud cronológica la
pone también de manifiesto don Felipe Bermúdez al desvelar en su obra citada el
pleito sobre la propiedad del suelo en que don Francisco Bautista Benítez de
Lugo y Saavedra pretendía construir unas salinas en La Hondurilla , pues
produjo un litigio con don Juan Fernando del Castillo Olivares, presunto dueño
de la tierra, entre 1779 y 1786, año este ultimo en que la Audiencia de Sevilla
fallaba desestimando la apelación de quien llamándose dueño pretendía detener
la promoción de don Francisco Bautista, que vio así expedito su intento con
independencia de la aclaración sobre la propiedad de aquellas tierras.
Resulta curioso que la cuestión
planteada en el origen de Las Salinas del Carmen a finales del XVIII, se enrede
y evidencie una vez mas la
desintegración de la primigenia dehesa común que orilló toda Fuerteventura y
por la que se seguiría peleando dentro de los ayuntamientos contemporáneos por
la parte que correspondería administrar a cada uno de ellos desde su creación
en la década de 1830.
Y parece lógico pensar también
que la construcción de la cercana torre de Caleta de Fustes en la década de
1740 y la consecuente relajación de la piratería, propiciara la tranquila
ocupación de la costa oriental de Fuerteventura. Por fin los fugitivos de los
volcanes de Timanfaya, muchos de ellos pescadores del cegado puerto de Janubio,
en la vecina Lanzarote, comenzaron a asentarse y a desarrollar su actividad con
base en Corralejo, Jablito, Puerto Lajas, Puerto de Cabras… La creación de Las
Salinas, además de a la fiscalidad,
apuntó posiblemente en esta línea; en todo caso por el eventual desarrollo del
sector pesquero, tan necesitado de sal para la conservación de sus capturas.
Las Salinas del Carmen en 2008. |