jueves, 30 de junio de 2011

Apunte sobre el centro penitenciario de Tefía

La Colonia Penitenciaria: Establecida en Tefía, en las inmediaciones del primer aeródromo militar de la isla, la prisión (asentada donde luego estuvo el Tercio III de la Legión a su llegada a la isla en 1975, y hoy es escuela taller de Fuerteventura), pasó a depender del Ayuntamiento en virtud de resolución superior de prisiones, que trasladó sus funcionarios a otros centros penitenciarios; la alcaldía del Puerto acogió el nuevo establecimiento en 17 de febrero de 1939, nombrando vigilante encargado a don Sebastián Mora Martos.- Los antecedentes del establecimiento penitenciario de Fuerteventura en Tefía, se remontan a principios de la etapa republicana, cuando se creó para recluir a los vagos y maleantes, con bastante oposición de los munícipes.- Aunque sabemos que Paco Navarro Artíles posee información al respecto, lamentamos no haber podido acceder a la documentación de dicho centro para intentar certificar la presencia de reclusos políticos en él.”


Tal era la nota que dedicábamos a la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía en nuestro capítulo de colaboración en el libro Puerto de Cabras-Puerto del Rosario. Una ciudad joven, 1995, coordinado por Fernando Martín Galán y Elías Rodríguez Rodríguez, en el epígrafe sobre las obras públicas durante la transición a la Dictadura Franquista.

Ha pasado el tiempo y preciso es matizar alguna de las ideas allí apuntadas. En cuanto a la antigüedad de una prisión en Fuerteventura, cabe pensar que la isla toda fue considerada en sí como una cárcel o, por lo menos, lugar de destierro de los considerados enemigos del régimen político establecido en la metrópoli (nosotros éramos periferia, en todo caso ultramar), o por un simple cabreo o berrinche del rey de turno, eran otros tiempos; pero aquí llegaron en 1868, en 1924, en 1934 y en 1963 distintos confinados.
En los años veinte del pasado siglo XIX se habla de una prisión en Fuerteventura, según se desprende del nombramiento publicado en La Gaceta, pero desconocemos dónde estaba y puede, también, que se refiriese a la cárcel del partido judicial de la isla restablecido en Puerto de Cabras en 1913.
Y aludimos a la etapa republicana porque, en aplicación de la ley que defendía La República, allí, en los llanos de Tefía, se debió establecer algún tipo de prisión, si nos atenemos a lo que recogieron las actas del pleno del ayuntamiento en aquellos años.
La referencia a la asunción del establecimiento por parte del ayuntamiento, hay que matizar que quien lo hizo fue la Comisión Gestora presidida por el Comandante Militar de la Isla, Ceferino Erdozaín Elizalde, y que asumió los destinos del municipio en la inmediata posguerra civil. De ello se deduce que allí, junto a las fuerzas de aviación que pronto se establecieron en la zona se debió acondicionar, como mínimo, un centro de internamiento de soldados republicanos capturados y –en todo caso- víctimas de la represión que siguió a la contienda.
Entre 1939 y 1952 en que las fuerzas de aviación se trasladan al aeródromo de Los Estancos, se debió adoptar algún tipo explotación de los “esclavos por la patria”, bien para reverdecer un paisaje desértico con la presa o arreglando carreteras e iglesias como la de Gran Tarajal en el sur de la isla. Y es que en el primer quinquenio de aquella década andaba el mundo en guerra y, ante las aspiraciones aliadas sobre una de las islas de nuestro archipiélago, no es de extrañar que el Mando Económico actuara especialmente en la isla creando, entre otras obras, una pista de aterrizaje, un cuartel, una barriada militar, una presa, una red de nidos de ametralladora por todo el litoral, en fin.
Y es posible, también, que durante esta primera etapa hubiese presos políticos y soldados republicanos.
En la siguiente etapa, 1954-1966, se enredan acontecimientos como el propio decreto de creación de la Colonia Agrícola Penitenciaria que según las memorias de Dirección General de Instituciones Penitenciarias intentaba “reverdecer el desierto” y que, para muchos era un campo de concentración encubierto. No cabe duda que, para muchos, a juzgar por los testimonios vertidos en los medios de comunicación, debió ser un infierno personal.
Pero también aconteció en aquella década la guerra olvidada de Ifni, a raíz de la cual llegó a la isla un buen número de prisioneros insurrectos, los cuales, según Antonio Herrero Andreu fueron encarcelados en Tefía… Y aconteció también el llamado Contubernio de Munich, donde los liberales españoles quisieron respirar aires de aperturismo hacia Europa, siendo confinados en nuestra isla por esa causa Joaquín Satrústegui, Álvarez de Miranda, Jaime Miralles y Jesús Barros.



Y el centro de Tefía, que había nacido al amparo de la Ley de Vagos y Maleantes, trastienda del destierro de quienes fueron deportados al Puerto o a Gran Tarajal, continuó acogiendo a presos por su condición política, religiosa o sexual, aportando mano de obra a requerimiento de personajes como don Gustavo que dispuso de un buen número de aquellos para despejar el acceso a Cofete, bien cavando túneles de locura o bien realizando caminos empedrados a través las arenas del istmo de Jandía.
Y en cuanto a lo de Paco Navarro, decir que, efectivamente y con sus propias manos salvó documentos de las hogueras con que algunos quisieron borrar la memoria de aquellos tiempos. Su archivo (signatura 183 de este fondo en el Archivo General Insular) atesora episodios que algún día iluminarán parte nuestra historia reciente.

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