Ayer, 25 de junio, se presentó en
Puerto del Rosario el libro de Mario Ferrer “Prensa, sociedad y cultura en
Lanzarote y Fuerteventura. 1852-1936” .
El libro recoge parte de su tesis doctoral en la que se extendió hasta 1982,
para dar entrada a la prensa de la transición política en España.
Tuve el honor de leer aquel
extenso trabajo en la parte correspondiente a Fuerteventura, razón por la que
me comprometió a estar presente en el acto de presentación.
Cuarenta y pico cabeceras de la
prensa conejera frente a las tres majoreras, se cuestionó alguno en el debate
que siguió a las palabras del autor. Se extendió, como no podía ser de otro
modo, en los tres periódicos editados en Fuerteventura: uno manuscrito y
confeccionado totalmente manuscrito por Marcial Manuel Velázquez Curbelo, y dos
confeccionados en Puerto de Cabras pero impresos en Gran Canaria.
La pregunta sobre la disparidad
en el número de cabeceras no podía tener otra respuesta: los conejeros eran
muchos más activos que los promotores de Fuerteventura, porque ¿cómo se iba a sostener
un periódico rodeado del casi el noventa por ciento de analfabetismo?
Pero la abundancia querrá decir
peso, pero no calidad y empaque. Muchos de los medios que se publicaron el
Lanzarote fueron fugaces destellos del empeño de sus promotores por hacerse oír
en las islas “centrales de Canarias”, Gran Canaria y Tenerife, hacía donde iba
buena parte de los periódicos.
Pero ¿y los de Fuerteventura? El
primero, el manuscrito de Marcial Manuel nace Tiscamanita en 1881, un lugar que
ni siquiera era capital municipal, alentado más por la inquietud intelectual de
uno de los miembros de la familia Velázquez que por auténtica necesidad de
hacer de vocero del sur. Como una centella, “El Eco de Tiscamanita”, que así se
llamaba aquel periódico, duró muy poco.
El segundo, La Aurora , hecho Puerto de
Cabras y dirigido por José Castañeyra Carballo con el respaldo intelectual de
Ramón Fernández Castañeyra, personaje de muy amplia trayectoria intelectual y
política; A nadie se le esconde que era un cacique; en palabras del recordado
Francisco Navarro, un cacique que hizo cuanto pudo por Fuerteventura, siempre
que no perjudicase sus intereses propios. Pero el periódico y sus creadores se
movieron en la línea liberal del partido de Fernando León y Castillo y eso, aún
hoy, parece merecer el silencio impuesto por quienes todavía siguen mirando con
cristal teñido.
El autor del libro que se
presentaba ayer tarde ponderó a “La
Aurora ” como el de mayor calidad por su diseño y contenido.
Fue de los de más larga duración: se editó desde 1900 a 1906, unos 295
ejemplares y algo más de mil páginas de historia majorera.
El tercero de los periódicos de
Fuerteventura que trató Mario en su obra, fue “La Voz Majorera ”, y
también se hizo en Puerto de Cabras, lo administraba Ángel González Brito,
aunque se imprimía en Las Palmas de Gran Canaria. La corta vida de esta
cabecera sitúa su nacimiento en noviembre o diciembre de 1922, si nos atenemos
a la noticia que de ella dio el republicano “El Progreso”, de Santa Cruz de
Tenerife; y su muerte en la primavera de 1923.
Algunos se cuestionaron la falta
de contestación a las reivindicaciones de periódicos como los tratados, caso de
“La Voz Majorera ”,
que nació para morir con los estertores de la Restauración, cuando sonaron los sables que hicieron efectiva la
dictadura de Primo de Rivera y la censura impuesta a la prensa.
¿Dónde pueden consultarse estos
periódicos? ¿Son conocidos por el gran público? Por más que uno busca, los
escasos números de “El Eco de Tiscamanita”, del que ya diera noticia María
Dolores de la Fe
en la década de 1980, parecen estar en la Fundación Manuel
Velázquez; los de “La Voz
Majorera ” sé que los conservaba Guillermo Sánchez Velázquez
en su archivo: pude ver algunos que el me mostró en su casa.
“La Aurora ”, en cambio, ha
tenido otro camino: lo donó don Ramón Castañeyra Schamann, hijo y nieto de sus
promotores, al Ayuntamiento de Puerto del Rosario con su biblioteca; cuyo
legado se menciona en la primera cláusula del testamento del amigo de Unamuno
en Fuerteventura.
Archivos de prensa digital como
los de las universidades de La
Laguna y Las Palmas de Gran Canaria, apenas recogen dos años
de “La Aurora ”,
1900 y 1901, coincidentes con una de las carpetas en que el viejo Ramón
encuadernó esta magnífica colección. Nada más. Todavía, en pleno siglo XXI
tenemos que desplazarnos incluso de isla para poder consultar nuestra historia.
Y hay quien desde esta precisa
atalaya cronológica se conforma con mantener la fijación por estos pocos hitos
de la prensa en Fuerteventura: unos para difundirlos, otro para silenciarlo,
sin convidar y animar a los nuevos estudiosos a investigar y rastrear la
existencia de otras empresas periodísticas de Fuerteventura que, de seguro, las
hubo.
Mirándonos el ombligo no
avanzaremos y seguramente vamos en contra de la filosofía de aquellos medios
que aspiraban justamente a todo lo contrario: hablar de nuestra isla, que se
oyera su voz no sólo en las islas centrales de Canarias, sino en la Península y aún en el
extranjero. No es extraño que algún día aparezca otra colección de “La Aurora ” en otro punto de la
mundial geografía y se sorprendan muchos del porqué sigue tapada en el lugar
que nació.
Mi enhorabuena, una vez más, a
Mario Ferrer por su trabajo, ojalá su ejemplo cunda y abra vías de
investigación a futuros majoreros que, de verdad, busquen, rastreen e
investiguen con la vocación difusora de este conejero.
Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas