miércoles, 28 de noviembre de 2012

Tetir y la fiesta de San Andrés, 1609-1989

San Andrés: Romería o Fiesta del Agua

Esta es la ermita de San Andrés, en el Valle de la Sargenta, Tetir. La donó don Juan Berriel Jordán a la parroquia de Santo Domingo de Guzmán el 30 de noviembre de 1989, según reza la placa colocada en su fachada.

La ermita de San Andrés en la actualidad, donada a la parroquia de Santo Domingo de Guzmán en 1989. [Foto aportada por Paco Cerdeña]
Pero su historia se remonta a tiempos muy anteriores a la parroquia, cuando Santo Domingo ni soñaba con tener "casa" en Fuerteventura. Y este es un hecho constatado: Nos lo confirma el obispo Pedro Manuel Dávila y Cárdenas cuando en su relación de ermitas de la isla, 1735, nos dice que en la Vega no había otro templo que la ermita del Valle de la Sargenta.
El templo fue construido por los tetireños entre 1650 y 1652 para albergar al santo elegido como patrono de los labradores majoreros y de la lluvia; una elección tutelada por el propio cabildo antiguo o ayuntamiento insular en sesión de marzo de 1609.
Durante años se dudó del lugar en que podía hacérsele una ermita al patrón de los agricultores, apuntando algunos que el lugar idóneo estaba en el lomo del Esquey o Esquén, entre Valle de Santa Inés y Antigua, próximo a la actual rotonda que ordena el tráfico integrando el ramal que sigue para Betancuria, pero se desestimó por estar en sitio batido por el viento y más próximo a confines ganaderos que labradores.
Luego se levantó en la Sargenta, uno de los valles de Tetir, donde perduró poco más de un siglo. No sabemos certeramente cuándo se les vino abajo o cuándo la tumbaron, pero no sería descabellado suponer el desastre en fechas próximas a la construcción de la parroquial, mediados del siglo XVIII.
De San Andrés se acordaron y estuvo siempre presente en las plegarias y novenarios por el agua, siendo en los momentos de sequía "arrastrado" desde el Valle de la Sargenta hasta Betancuria para, junto a otras imágenes, rogarle que trajera la lluvia.
A la originalidad de ser un patrono elegido por sorteo a principios del siglo XVII, se unió, tras el derribo de su ermita, una singular fiesta del agua donde, con juicio incluido, los labradores acudían con la velada amenaza de desriscarlo o desterrarlo si no les atendía en sus súplicas.
Y lo del destierro abre una nueva hipótesis en el sentido de que tumbar la ermita y expatriar al santo pudieran ser consecuentes en las dos direcciones: se derribó la ermita porque San Andrés se recogió en la iglesia parroquial o el santo se depositó en la iglesia parroquial para poder desmantelar la ermita...
Quisiéramos pensar otra cosa, pero da la impresión de que los intereses de los propietarios comarcanos coincidieron con la apuesta que se hizo para levantar una nueva iglesia en honor a Santo Domingo; que el vecindario respaldó la iniciativa, envolviendo la vieja costumbre de pedir la lluvia en una romería hasta la crucita que se colocó donde estuvo su primitiva ermita, hoy repuesta en el mismo lugar por quienes mencionamos al principio de este artículo.
Con el Santo Andrés en la parroquia de Santo Domingo y su paseo anual para enseñarle el lugar en que estuvo y desde 1989 vuelve a estar su ermita, el santito no derrama más aguas que sus propias lágrimas, agobiado con tantos patronazgos. Y en este sentido cabe recordar que los tetireños se lo prestaban a los parcelistas de la Colonia Rural García Escámez cuando, en 1950, éstos tuvieron la ocurrencia de nombrarle su patrón: y de Tetir a Las Parcelas viajaba en furgón o camioneta hasta el tablero de Las Escuderas para ser desde allí procesionado hasta la Presa de Los Molinos, acaso para asombrarlo ante tanta agua y dejarle caer que ya tenían donde almacenar la que les trajera.
Lo de visitar la Crucita de la Montaña de San Andrés se hizo durante muchos años con anterioridad a la reposición de la ermita y, por tanto, bastante antes de la reciente etapa romera. Quizás los viejos recuerden los episodios y la costumbre de enjuiciar al santo por la falta de agua.

Plegaria a San Andrés por la falta de lluvias, 1961, ante la "Crucita"  que  señalaba dónde estaba su ermita,  al sur de la Montaña del santo, en La Sargenta. [Recorte del diario Falange, en Jable, Archivo de Prensa Histórica de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria].

Actualmente, y desde 1985 ó 1986, en que también la Policía Local tuvo la ocurrencia de cargarle con su patronazgo (dicho sea con el respeto y cariño a a la memoria de Pepito el Guardia), a esta fiesta y romería de Tetir se la suele identificar como la fiesta de este cuerpo de seguridad en la isla de Fuerteventura.
Pero ahí están los recuerdos, la prensa histórica y los propios documentos que nos ayudan a reconstruir la historia para traer a la memoria colectiva que San Andrés es un santo muy codiciado y con mucha más venerable antigüedad de la que oficialmente se le concede.
Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas

martes, 27 de noviembre de 2012

La Cruz de La Española


Paseando por el parque escultórico de Puerto del Rosario.

La que hoy conocemos como Avenida de Juan de Bethencourt, en nuestra ciudad, no es  más que la urbanización de lo que fue el antiguo camino que unía el embarcadero de Puerto de Cabras con Tetir.
Por él bajaban las aguas en época de lluvias como lo hacían las gentes de la Vega cuando pretendían embarcarse para las otras islas, para América o para el Sahara. Y también lo hacían los camelleros y carreteros cargados de piedra de cal, de barrilla o de cereales…
Y por allí subían las mercaderías importadas por los comerciantes del viejo Puerto de Cabras, como lo hacían los féretros a hombros de los vecinos que pagaban así la prestación personal impuesta por el joven municipio cuando aquí no había cementerio.
Obviamos las interrupciones que, andando el tiempo, se producirían en aquel camino como consecuencia de las operaciones de aterrizaje y despegue; porque estamos en la primera mitad del XIX, cuando aún los tiempos y los transportes eran más pausados, más lentos.
De trecho en trecho, ya lo decíamos en otro artículo, se construían unos poyos de piedra seca en el que depositar los ataúdes para descanso de los porteadores. Y como suele ser habitual, también la toponimia dejó su impronta entorno a aquellos altares de reposo: se les conocía como la cruz de tal o la cruz de cual y que, en el caso que afrontamos perduró hasta nuestros días.
Al sur de aquel camino, a la altura de la Rosa de don José Fabelo Rodríguez, poco antes de llegar al acceso de la Rosa de Don Victoriano, existió un topónimo con el que nuestros antepasados quisieron perpetuar el recuerdo de doña Teresa López, apodada “La Española”: aún recuerdo aquella cruz ya desvencijada junto a un montoncito de piedras, vestigios de un descansadero de los improvisados servicios funerarios de antaño.
Aquello fue siempre conocido como “La cruz de la española”, primer descanso en los cortejos fúnebres que trasladaban a los finados para enterrarlos en suelo sagrado, en la parroquia de Santo Domingo de Guzmán, en Tetir.
Así lo quiso recordar el Ayuntamiento de Puerto del Rosario cuando en 1995, con motivo de la conmemoración del bicentenario de la ciudad, encargó a don Lorenzo Mateo Castañeyra una escultura que recuperase el viejo topónimo con toda la carga histórica y simbólica que aquí apuntamos.
Porque, además, a doña Teresa López, “la Española”, esposa de Manuel Martos, la historiografía le atribuye el haber traído de la Baja Andalucía la primera imagen de la Virgen del Rosario que se veneró en su primera capilla en la calle de La Marina y que aún se conserva en la sacristía de nuestra iglesia parroquial.
El parque escultórico de la ciudad cuenta con este símbolo que nuestros antepasados nos transmitieron a través de la toponimia urbana, aunque tal vez hoy piensen algunos que no está en el lugar que tal dignidad pudiera exigir.
Escultura "Cruz de la Española", 1995, próxima al inicio de la calle Teresa López, en el Barrio de La Charca, Puerto del  Rosario.