Sed y Carbón en el Puerto: la operación “Aguada a Puerto
de Cabras”
Con el incremento de población en nuestra ciudad, cada año, cuando llegaba el verano sin haber llovido el invierno anterior, se activaban aquí los mecanismos para importar el líquido elemento.
El que nos ocupa fue uno de esos operativos. Se llevó a cabo en Puerto del Rosario en la década de 1960, y en él se implicaron
El agua procedía de las empresas
suministradoras a distintos puntos de Gran Canaria y, a partir de 1964, cuando
Termoeléctrica puso en marcha la primera potabilizadora para abastecimiento de
Arrecife, ¡también se trajo de Lanzarote!
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Buque aljibe en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife. [Foto publicada en el bloc "De la mar y los Barcos", de Juan Carlos Díaz Lorenzo] |
El Puerto ha tenido que importar
agua para abastecer a su población en distintos momentos de su historia, cuando
la sequía iba más allá de la mera queja municipal para rebajar los cupos tributarios de imposición
estatal o provincial; momentos en los que una gran cantidad de personas, de
verdad, llegó a pasar sed.
Porque los pudientes, como lo
habían hecho desde los orígenes de la población, recurrieron al
autoabastecimiento y construyeron cuantos aljibes se les ocurrió para almacenar
las aguas de lluvia que un año sí y muchos no, caían sobre la costa de Puerto
de Cabras. El resto no tenía ni terreno donde construir aquellas
infraestructuras hidráulicas.
Cuando acuciaba la sed, desde el
ayuntamiento se gestionaban las operaciones de abasto acudiendo unas veces a
empresas adjudicatarias de servicios públicos de transporte (los correillos
interinsulares) y de producción de agua (Termoeléctrica de Lanzarote desde 1964
o el propio ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, siempre); otras a la
propia Armada, que desde su base naval en Gran Canaria, se comprometió al
traslado de las partidas que el ayuntamiento mercaba en Gran Canaria, Tenerife o
Lanzarote.
Y cuando miramos el rótulo de la
calle Almirante Lallemand, en el barrio de El Charco, nos encontramos con que
homenajea a don Luís Lallemand Menacho, uno de los responsables de la
Base Naval de Canarias en quien el
Ayuntamiento quiso reconocer el esfuerzo por facilitar que el agua llegase a
Puerto del Rosario.
En tiempos del transporte a bordo
de los correillos (que también se usó hasta finales de la década de 1910), llevar
el agua a tierra para su distribución, ocupaba a los vecinos Marcos Hormiga
Hernández y Benito Morales Núñez, que colocaban las mangueras y despachaban, respectivamente.
En tiempos del Mando Económico la
presencia de los batallones expedicionarios en la isla movilizó el
avituallamiento lógico del Ejército con buques de la Armada. Una operación de la
que, indirectamente, se benefició la población civil de Puerto de Cabras.
En la década de 1950 aquella
movilización se siguió haciendo cuando, en verano, ni la Charca ni los “filtros”
daban abasto y el agua apenas llegaba a los grifos de La Explanada. Un
operativo que se mantuvo durante la década siguiente implicando a varias
instituciones: desde la
Delegación de Gobierno y la Alcaldía , Antonio Alonso
Patallo puso en contacto a la
Armada con el Cabildo y con la institución municipal que pasó a presidir
Santiago Mederos.
El ayuntamiento pagaba las
partidas de agua y, en teoría, se ocupaba de los costes del operativo
desplegado por La Armada
en lo que se conoció como “operación de aguada a la población de Puerto del
Rosario”, incluido el Regimiento.
El dispositivo marítimo movilizó
las barcazas K-5 y K-6, sus remolcadores y los buques aljibe A-2, A-4 y A-6
(además de algún que otro buque civil contratado al efecto). Las primeras
traían el carbón hasta el muelle de Puerto del Rosario; era el combustible para
las calderas de los aljibes, algunos de los cuales funcionaban a vapor.
El dispositivo en tierra movilizó
camiones cuando se habilitó la rampa para descargar las barcazas y trabajadores
portuarios que se encargaron de estibar el carbón a los buques aljibe. Las
cubas civiles y militares (Regimiento Infantería Fuerteventura) acarreaban el
agua hasta los respectivos depósitos, en uno de los cuales, El Filtro, se redistribuía entre los carreteros y cubas habilitadas para el reparto a los domicilios.
A raíz de aquellas restricciones
el propio ayuntamiento condicionó el otorgamiento de las licencias de obras de
nueva edificación, a la construcción de un aljibe con capacidad para el
abastecimiento de la gente que ocuparía el edificio.
Estos fueron algunos de los
trabajadores que, con carácter extraordinario, dicen que se ocuparon en la estiba y desestiba
de carbón en el muelle de Puerto del Rosario en la década de 1960, incluidos
los portuarios pues hasta las tripulaciones de los buques realizaron estas tareas:
Agustín Sosa Aguiar, Juan Alonso
Hernández, Nicolás Alonso Melián, Benito Perdomo Díaz, Ceferino Sosa Aguiar, Silvestre
Benítez Melián, Simeón Cabrera de León, José Barrera Pérez, Juan Morales
Herrera, Pedro Brito Perera, Pedro Cerdeña Curbelo, Felipe Reyes Reyes, Evaristo
Pérez González, Marcelino Armas Brito, Anselmo Fragiel Fuentes, Pedro Barrios
González, Antonio Cabrera Melo, Victorino Rodríguez Garcia, Blas Gil Sánchez, Cipriano
Gutiérrez Betancort, Francisco Chocho Montesdeoca, Juan Machín Domínguez, Antonio
Jorge Jorge, Antonio Reynés González, Andrés Cabrera Melo, Raimundo Hormiga
Díaz, Roque Gil Sánchez, Fernando Barrera, José Rodríguez Perdomo, Ciriaco
Cabrera Coello, Francisco Cabrera Coello, Victoriano Fuentes, Antonio Perdomo, Francisco
Morera Figueroa, Agustín Rodríguez Garcia, Jerónimo González, Francisco
Rodríguez, Antonio Medina, Luís Rodríguez, Jesús Soto, Antonio Bombo, Enrique
Risarte, Leonardo Díaz, Fernando Capotero, Pedro Sarabia Cabrera, Manuel
Fleitas Rodríguez, Juan Perdomo, Antonio Armas, Jerónimo Marrero, Antonio
Camacho Morales, Luís Armas Brito, Domingo Jorge Jorge, Manuel Morales Fuentes,
Juan Barrera Gordillo, Sebastián Gutiérrez Betancor, Manuel Navarro Morales, Bruno
González Barreto, Melquíades Rodríguez Pérez...