martes, 19 de diciembre de 2017

Crónicas de ayer

Las primeras cabalgatas de Reyes Magos en el Puerto.

Es ahora, releyendo las notas y apuntes de la memoria de las casas baratas de la barriada José Antonio, la barriada de las 56 viviendas, cuando me encuentro transcrita la carta del que fuera cronista de Fuerteventura y medalla de la ciudad de Puerto del Rosario y la comparto en estas entrañables fechas porque uno echa de menos el bullicio de la chiquillería en la calle.

La escribió un emocionado Gerardo Jorge Machín (1933-2017) el 14 de diciembre de 1963, era sábado y la tituló Carta de un niño de ayer que nunca vio a los Reyes Magos.

"A todos los hombre buenos de hoy:
 
Ha sido ahora, mientras contemplo corretear feliz y despreocupado a mi hijito, cuando mi imaginación ha rememorado los años tristes de mi infancia.

Corría el tiempo en que una lucha feroz ensangrentaba el suelo de nuestra patria. Es la guerra, le oíamos decir a los mayores. Y la Guerra fue la culpable de que, desde pequeñitos, comenzáramos a sentir odio y resentimiento, porque ella fue la culpable de que viésemos llorar a nuestras madres y lo hiciéramos también nosotros al separarnos de nuestros padres.

Como también lo fue de que no vinieran los Reyes Magos, porque, según nos decían, los hombres malos contra los que fueron a luchar nuestros padres no los dejaban llegar. Como tampoco vinieron cuando terminó la guerra, porque entonces nos dijeron que no podían pasar por los caminos que la guerra había destrozado.

Luego era porque esta isla nuestra de Fuerteventura era muy pobre y estaba muy lejos de Oriente. Más tarde continuamos sin poder comprender a los mayores cuando, al ver a otros niños con juguetes, nos decían que los Reyes Magos habían pasado por sus casas porque sus padres eran ricos. ¿No decían el señor cura y el maestro que también el niño Jesús era pobre y los Reyes le llevaron juguetes y le adoraron? Todas estas cosas [provocaron] que se fueran mezclando recelos y suspicacias en nuestras mentes infantiles, haciéndonos que llegásemos a pensar que los hombres eran muy malos y que nunca podríamos llegar a comprenderles. Y así sucedió que nos fuimos haciendo mayores y nunca vimos a los Reyes Magos.

Por eso cuando el pasado año [1962] vinieron por primera vez a esta isla, veíamos unidos a todos los niños sin distinción de clases sociales, aplaudiendo emocionados y gritando hasta enronquecer: ¡yo los he visto, yo los he visto!, al igual que ya comienzan a experimentar las mismas sensaciones de leer en la prensa el telegrama anunciador de que volverán nuevamente este año. Entonces, como ahora, siento que la emoción inunda todo mi ser y con todas las ansias que hubiera deseado gritar ayer como niño, deseo hacerlo hoy como padre.
 
 

Gracias, hombres buenos de Fuerteventura, Canarias y España, toda por crear este momento hermoso para todos los niños de [de la isla] .

Gracias por haber sabido luchar y conseguir esta España grandiosa sin olor a sangre ni a pólvora, en la que los niños crecen felices y despreocupados bajo el signo de la paz y el amor.

Gracias por esa generosidad que desparramáis para construir este maravilloso mundo de ilusiones y felicidad en el que los niños ocupan lugar preponderante.

Permitidme, pues, que ganado por vuestra amabilidad, de nuevo vuelva a sentirme niño y como estamos seguros que desearía hacerlo mi hijito y también todos los niños de esta isla, pero que su corta edad no le permiten poder expresarse como serían sus deseos, interpretando el sentir unánime de todos ellos quisiéramos haceros la siguiente petición:


Los niños todos de Fuerteventura que tanto conocen de sacrificios y privaciones, en estos momentos en que la felicidad toca a sus puertas, desean compartirla con todos los demás niños de canarias y España y para ello desearían que de todos los lugares viniesen a esta isla el Día de Reyes para que viesen juntos la llegada de los mismos. Pero como comprendemos que esto resultaría muy difícil, quisiéramos al menos que, de las dos islas hermanas de la provincia, Lanzarote y Gran Canaria, viniesen un niño y una niña de cada una de ellas, para que también ellos pudieran decir al llegar de nuevo a sus casas que también los habían visto."

Concluyo la transcripción de esta carta del cronista que se nos fue. Que cada cual saque sus conclusiones porque los puntos de vista sobre el tema son infinitos y cada cual cuenta la historia según la vivió, según se la contaron o según pudo hilvanar los datos, los hechos y los recuerdos personales.

Hay quien me recordaba que aquellos días llovieron sobre el Puerto "sopladeras", ballenas de plástico pistolas de misto y espadas que se usaron como porras para darle más contundencia a los juegos y desviar así el cabreo porque las bicicletas y mecanos, los buenos -decían- se quedaron en el centro y no llegaron a las barriadas y mucho menos a todos.

Corrían los años 1962 y 1963. La chiquillería jugaba por los tableros cercanos a las casas baratas, a La Charca, y en El Charco ya comenzaban a construirse la barriada de los pescadores que se entregaría, casualidad, hará en estos días cincuenta años.