miércoles, 9 de septiembre de 2015

La Calle "Guanchinerfe"

Puerto del Rosario cuenta en su callejero con este curioso nombre. Se ubica en el vial que, en rampa, se sitúa a la salida del muelle comercial o muelle grande, uniendo las calles de Ruperto González Negrín y Almirante Lallemand con la del Comandante Díaz Trayter.

Ingeniero de Caminos que diseñó el primer frente marítimo del Puerto, uno; militares los otros dos. En medio, El motovelero "Guanchinerfe".

Perteneciente a la flotilla del armador chicharrero oriundo de Fuerteventura, Rodríguez González, este buque fue el beneficiario de cuantos transportes marítimos hizo la Comisaría de Abastecimientos y Transportes en tiempos del Mando Económico de Canarias, década de 1940, cuando la gente se alimentaba con las cartillas de racionamiento y cuando surgió un buen número de comerciantes que ampliaron sus negocios en torno a los organismos derivados del abastecimiento a la isla, aún terminadas las funciones de aquellas instituciones a partir de 1953, alrededor del Consorcio cuyo almacén se situaba en la calle León y Castillo, cerca de la Explanada del Muelle Chico.

 
El "Guanchinerfe" fue uno de tantos veleros que, a lo largo de la década de 1920, fueron aparejados con motor para darles mayor rapidez y para seguir haciendo lo de siempre: el cabotaje entre islas y el cabotaje interior en unas islas con pésimas carreteras y donde era más fácil utilizar camellos que llevaran las mercancías desde los lugares de producción a los embarcaderos y viceversa. Y en las playas se vio recortar las velas de todos estos buques en lo que denominaban "escalas", pues si el manifiesto de la singladura era, por ejemplo desde cualquiera de los puertos de Tenerife con Puerto de Cabras y escalas, la principal se hacía en La Luz y, desde allí Jandía (por Morro Jable), Matas Blancas, Tarajalejo, Gran Tarajal, Las Playas, Pozo Negro, La Torre, Las Salinas y el Puerto… y regreso por los mismos sitios cuando para ello se los requería.

El protagonismo insinuado para el caso del "Guanchinerfe" tiene especial relevancia en la memoria colectiva porque especialmente se movió en las condiciones dichas cuando la gente de verdad pasó hambre en Fuerteventura, soportando mas de cinco mil militares de los batallones expedicionarios en sus pueblos, y ver recortarse la silueta de aquel velero en las bahías suponía reponer abastos, utilizar la cartilla de racionamiento, llenarse los almacenes del Consorcio e incrementar el movimiento de las tienditas con cartillas adscritas… Pero también la salida del queso, del pescado salado, de las viejas secas y del marisco; del estiércol, de la tierra blanca, de la piedra cal, la cal y el yeso…

Pero la estela del "Guanchinerfe", como la de los Correíllos y otros vapores que nos visitaron, no debería ocultar otros muchos barcos que hicieron exactamente las mismas funciones, como el "Taburiente", "la Inés", "el Arlequín", "la Enriqueta", "la Juanita", "la Dolores", "María del Rosario", "La Rosa", "El Telémaco", "El Rosario", "el Asterope", "la Bella Lucía", "el Diana", "la Estrella", "el Cazón", "La Evelia", "la Estelena", "el Capitán Pírez", "El Marte", "El San Miguel" y tantos otros… especialmente los vinculados a los también oriundos de Fuerteventura "Cotillo-Oliva" o el "Pájaro", este ultimo de Manuel Saavedra. Todos con cargas generales pero, la mayoría, relegados a la carga de la piedra de cal y sus derivados. Todos renquearon haciendo posible las comunicaciones cuando las carreteras ni se imaginaban… ¡Bueno! Algunas sí, que para algo sirvieron los presos de la compañía del Batallón de Castigo en la isla, pero eso es otra historia.

Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas.-

miércoles, 12 de agosto de 2015

El guardacostas "Uad-Ras", se pierde en la baja de Caleta de Fuste, 1930

Se trataba de uno de los buques, de 547 toneladas, comprados por España a Inglaterra después de la Primera Guerra Mundial, en 1922.

Se adscribió a la Armada Española que lo destinó a tareas de vigilancia en la costa de la parte española del Protectorado de Marruecos. Pero intervino además de en la guerra de la zona, en tareas de rescate de distintios accidentes aéreos como el acaecido en junio de 1930, poco antes de su percance en las costas majoreras.

En el momento del accidente lo mandaba el teniente de navío José Luis Miranda, que lo conducía al abrigo de nuestras costas desde Cabo Juby, donde se averió, hasta el Puerto de la Luz (Gran Canaria), para reparar las averías detectadas en sus máquinas.
 
Buque similar al Uad-Ras, siniestrado en diciembre de 1930. [Foto de Paco Cerdeña, tomada en el Museo Naval de Canarias]
 
El día 22 de diciembre de 1930, cuando daban las cuatro de la tarde, el buque encalló, como lo hicieron otros tantos buques a lo largo de la historia marítma de Fuerteventura, en la baja de Caleta de Fustes.

Nada más llegar la noticia a Puerto de Cabras, se desplazaron al Castillo la autoridades marítimas de Fuerteventura y en distintos puntos se apostaron dotaciones de la fuerza militar que guarnecía la capital majorera.

La propia dotación del barco, casi sin víveres, hizo cuanto pudo, que fue poco, esperando la llegada del correillo La Palma, desplazado desde la Luz con intención de arrancarlo del veril, sin conseguirlo.

El correo dejó allí uno de sus lanchones donde se depositarion los proyectiles explosivos del guardacostas de la Armada.

El día 23 salía del Puerto de la Luz el remolcador de la Oceánica, a cuyo bordo viajaban el Comandante de Marina, capitán de corbeta, Ángel Rizo y el ingeniero de la Armada, Juan Fontán; traían tres bombas de achique, focos, cemento, compresor y equipo de buzo. Llegaron al lugar del naufragio al día siguiente.

El 25 de diciembre el secretario de administración local Claudio López, contaba a la prensa que ya estaba en la zona el cañonero Bonifaz, que se unió alremolcador y a las dos gabarras de fondo plano cedidas por las compañías The Gran Canary Coalling y Miller, con las que intentaban flanquear al buque siniestrado para mantenerlo a flote.

Y lo mismo hizo el correillo Viera y Clavijo durante todo el día veinticinco de diciembre, intentando tirar del guardacostas para arrancarlo de los bajos, sin conseguirlo.
 
En la imagen el Correíllo La Palma, que jugó un importante papel en las tareas de salvamento del Uad-Ras, junto al Viera y Clavijo, el Bonifaz y el motovelero Herbania.
 
Pero el remolcador ya sufrió averías en la hélice y el timón el mismo día veinticuatro, a pesar de los sondeos practicados y los consejos del partrón del motovelero Herbania, quien hizo algunas declaraciones sobre el estado del naufragio:

"El buque aparece a simple vista inclinado hacia la izquierda, mirando de propa a popa, pero en la apariencia no parece haber sufrido mucho y en su cubierta se nota el constante atareo de la tripulación... El citado guardacostas debe tener avería en el costado sobre el que desacansa que es el de babor, y el agua ha inundado la cámara de calderas y de máquinas, habiendo recibido también el casco, por la otra banda, ligeras averías que fueron provisionalmente reparadas por el buzo."

"El día 26 -según apreciaciones del patrón de El Herbania- volvió a intentarse un acercamiento al Uad Ras con el remolcador y resultó también averiado en una de estas maniobras el bote automóvil que dejaron los correíllos para ayuda de salvamento, y el mismo día por la tarde, se suspendieron estos trabajos al parecer, aunque a bordo se nota actividad... No se pierde la esperanza de salvar el buque si el tiempo sigue en el cuadrante del norte unos días, lo que es de esperar, puesto que en invierno el sur es muy raro..."

Noticias aparecidas en la prensa a finales de enero de 1931 confirmaban el abandono del salvamento del Uad-Ras, retornando a la Baja de Caleta de Fustes el remolcador Ricardo para devolver las gabarras al Puerto de la Luz, en la isla de Gran Canaria, una de las cuales rompió las amarras perdiéndose a la deriva hasta ser recuperada al sur de aquella isla.

El incidente del Uad Ras, uno de tantos que se produjeron en la zona desde tiempo inmemorial, movió el ánimo de muchos a pedir a la Dirección General de Navegación la colocación de un faro que avisara del peligro de la Baja y su señalamiento en la carta geográfica. Pero dada la frecuencia de accidentes que se siguieron produciendo y la circunstancia de que muchos no actualizaron las cartas de navegación, aquella innovación de apoyo marítimo no se produjo, y los hechos siguieron repitiéndose en casos como el del Alfeite, de que ya hemos hablado en otra ocasión.
Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas.-

jueves, 23 de julio de 2015

El Grupo Escolar "Primo de Rivera" en Puerto de Cabras

Desde la década de 1920 andaba por los presupuestos un proyecto de Grupo Escolar para Puerto de Cabras. Pero feneció la dictadura de Primo de Rivera, pasó la II República y la Guerra Civil y, en la posguerra, mientras el mundo se debatía en su II Gran Guerra del siglo XX... Mientras Canarias sobrevivía bajo el Mando Económico presidido por el Capitán General de la Región, bajo el racionamiento y la austeridad; además de fortificar la Fuerteventura, de acoger en su suelo prisioneros y deportados del bando republicano, de construirse pistas de aterrizaje y cuarteles, presas y "barriadas obreras", se construyó el colegio que nos ocupa.

El "Grupo escolar Primo de Rivera", Puerto de Cabras 1946 (Foto publicada en la revista La Voz de Fuerteventura, 1987-88)
Lo recordamos como Colegio del Charco, en el barrio del mismo nombre, en Puerto del Rosario. Y fue inaugurado el 4 de julio de 1946 por el entonces Capitán General de Canarias y Jefe del Mando Económico de la Región, Francisco García Escámez e Iniesta, con asistencia del Teniente Coronel y Comandante Militar de Fuerteventura, Antonio González Sánchez, del Presidente del Cabildo, Lorenzo Castañeyra, del transitorio alcalde, Teodomiro Pérez Martín, y de Ceferino Erdozain Elizalde, Jefe Insular de Falange Española y de las JONS, entre otras personalidades.
La Barriada Militar surgida para alojar los mandos y cuadros del Cuartel recién construido, aconsejaron la construcción de este centro escolar y de algunas plazas que supusieron el ensanche definitivo de Puerto de Cabras/Puerto del Rosario que daría origen al hoy populoso barrio de El Charco.
Desde marzo de 1945 la Capitanía, el Cabildo y el propio ayuntamiento de Puerto de Cabras, afrontaron este proyecto de construcción escolar para el que el municipio aportó un solar donado por el armador Andrés Rodríguez González (de ANDROGON), no sin resolverse la tercería de dominio bosquejada por Antonio Abad Martín Alonso en favor del primero, al que hubo de hacérsele un aljibe de las mismas características del que había en aquel solar y que había usado para la aguada de sus barcos.
El grupo escolar de El Charco, identificado con una rotulación en azulejos bajo el hastial que enmarcaba el escudo preconstitucional, funcionó durante algunas décadas, hasta que fue demolido en la década de 1990.
Varias generaciones de majoreros que forjaron el barrio, estudiaron en sus aulas durante varias décadas, a cuya memoria se dedica este recuerdo.
Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas

domingo, 24 de mayo de 2015

El Ministro de Gracia y Justicia en Fuerteventura, 1927

Como un celaje.

La visita de Galo Ponte y Escartín se inició en el Puerto de Gran Tarajal; llegó primero al sur de la isla, cosa que, aunque fuera casual, pudo incomodar a cierto sector de la población majorera. Pero quizás obedeciera más al cansancio del viejito, harto del zarandeo que suele causar el tiempo de febrero en los barcos más marineros. Y se fotografió, ¡vaya si se dispararon fotos al acontecimiento!
Sin embargo los recuerdos se enredan en la memoria colectiva de los pueblos y suele generar confusiones en las propias imágenes que se tomaron de aquel acontecimiento, cuyos depositarios actuales han permitido su reproducción a quienes, seguramente sin intención, descuidaron copiar también las anotaciones anexas o dorsales de aquellas fotos.
 
Vapor Romeu, de la Trasmediterránea, donde viajó el Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte.
Pero además de eso, el ministro no llegó primero a Puerto de Cabras. Con la reciente agregación de los municipios de Casillas del Ángel y de Tetir, con la división provincial en ciernes, este hecho adelantaba un nuevo triunfo de quienes apostaron por ella desde 1911. El ministro que, respetando los cabildos, estudiaba la reestructuración administrativa en el archipiélago, ya casi barajaba los nombramientos de los gobernadores civiles para la provincia de Santa Cruz de Tenerife y de Las Palmas, y de los delegados insulares de gobierno en las otras dos islas orientales...

Una caravana de casi veinte coches se arrastró por las dos carreteras principales de la Fuerteventura de entonces, desde La Oliva al puerto de Gran Tarajal, pasando por Puerto de Cabras, y regreso. A su bordo viajaban los representantes del Cabildo y de los municipios majoreros que, en el día anterior, 17 de febrero, habían dejado los adornos de las calles y locales en que pensaban agasajar a la autoridad que los visitaba; se le unieron los pudientes que, con sus coches salieron de Pájara, Antigua, Tiscamanita y Tuineje; también desde Puerto don Laureano Saavedra se hizo acompañar de su teniente de alcalde Ángel González, sumándose a la comitiva.

En Gran Tarajal los maestros confeccionaron banderitas de papel que agitarían los niños a lo largo de su recorrido, como también lo hicieron en Pájara, donde precisamente se inauguró una escuela, en Antigua y en Puerto de Cabras. Las damas lucieron sus mejores galas y, bajo arcos de hojas de palma penetró el Galo Ponte en Fuerteventura a primera hora de la mañana. En la bahía, frente al reciente muellito, la silueta del buque de Trasmediterránea que lo había traído se mecía fondeado: tenía casi doce horas para llegar a Puerto de Cabras, donde debía recogerlo al anochecer.
 
Comité de bienvenida al Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte, en Gran Tarajal, 1927.
La comitiva salió de Gran Tarajal en dirección a Tuineje, donde su alcalde, Arturo Bethencourt Francés, le enseñó el ayuntamiento situado en la Plaza de San Miguel, junto a la iglesia parroquial que regentaba el cura Manuel Suárez Viera; desde allí subieron hacia Pájara, visitaron el consistorio y el ministro hizo entrega al primer edil, Rafael Soto Soto y al maestro nacional Manuel Benítez Hernández, de la escuela recientemente construida por el Estado.

Gumersindo Martel Cardona, presidente de la corporación de Betancuria les advirtió del estado de la carretera hasta la Villa, por lo que retrocedieron hasta Tuineje (aún no esta construída la carretera por Valle de Santa Inés) para seguir viaje hacia el Norte. Se detuvieron en Antigua donde visitaron el ayuntamiento que les mostró su alcalde Jerónimo Ramos Martín, y una muchedumbre que, cada vez era más numerosa, llenó la Plaza de Nuestra Señora de Antigua, junto a la casa consistorial y la iglesia. Allí se cobijaron a la sombra de la torre del templo para descansar, soñando con el almuerzo en el Puerto.

La caravana comenzó a adentrarse en la nueva jurisdicción municipal de Puerto de Cabras para detenerse en La Ampuyenta, una visita recurrente de cuantas autoridades vinieron a la isla, acaso para mitigar la vergüenza de lo que pudo ser y no fue el verdadero sentido del legado del Doctor Mena y Mesa (un hospitalito para Fuerteventura), contemplando la riqueza pictórica de la ermita de San Pedro de Alcántara.

Cuentan las crónicas que el ministro y sus acompañantes quedaron asombrados con el verdor de los cultivos de tomate recién implantados en Casillas del Ángel y Tesjuates, mientras continuaron la marcha hacia Puerto de Cabras.

 Y aún llegaron a tiempo de asistir a una salve oficiada por el cura Juan Ramírez en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario, antes de la recepción en el salón de actos del ayuntamiento de Puerto de Cabras, donde el ministro, acompañado siempre del Delegado del Gobierno, Santiago Cullen Ibáñez, recibió a las corporaciones municipal y cabildicia, entonces presididas por Laureano Saavedra Peña y Francisco Medina Berriel, respectivamente.
 
El público arropa al Ministro de Gracia y Justicia, Galo Ponte, en la calle Fernández Castañeyra, de Puerto de Cabras, 1927.
La calle Fernández Castañeyra, delante del Ayuntamiento estaba atestada de un numeroso público que entre arcos de hojas de palma y banderitas portadas por los escolares, vitoreaba a España, al Rey, al General Primo de Rivera y al propio Ministro que, ya hambriento, se abría paso en pos del almuerzo que le regalaban el Ayuntamiento y el Cabildo en el hotel "La Tinerfeña", regentado por Francisco de Vera Manrique. No faltaron al agasajo las autoridades militares: Ayudante de Marina, Julio Fernández, y Comandante militar de la isla, José Bethencourt.

En el Puerto Galo Ponte renunció a su siesta para atender la invitación del alcalde de La Oliva, Francisco Calero Rugama, visitando como un relámpago los pueblos de Tetir y la propia La Oliva, regresando al Puerto para embarcarse a las siete de la tarde en el vapor Romeu que lucía como una ciudad flotante en la bahía de Puerto de Cabras, frente al muelle municipal.

Ya anochecido los barquillos se acercaron a las amuras del vapor de Trasmediterránea con las autoriades locales, invitadas por el Ministro a una comida a bordo. Después zarparía para dejarnos una de las visitas peor documentada en las crónicas.

Así culminaban unas doce horas de visita sobre tierras de Fuerteventura donde los fotógrafos, tan hartos como el propio ministro y su séquito, apenas desplegaron sus artefactos en Gran Tarajal, en Tuineje, en Pájara, en Antigua, en La Ampuyenta, en las calles del Rosario y Fernández Castañeyra, de Puerto de Cabras, y en La Oliva.

viernes, 1 de mayo de 2015

Percances aéreos en Fuerteventura



Desde que los hidroaviones de la década de 1920 sobrevolaron Fuerteventura y la escuadrilla de la compañía francesa Latecoere amerizó en la bahía de Puerto de Cabras; desde que el primer avión en tomar tierra lo hiciera en los llanos de El Viso en 1930; desde entonces se han producido incidentes que, no por sonados, resultan casi olvidados en la historia de la aviación en nuestra isla.


No están todos, seguramente, pero éstos son algunos de los que conviene recordar; no todos directamente relacionados con los aeropuertos, aeródromos o pistas de aterrizaje porque se produjeron en el contexto de unas maniobras militares, no siempre cerca de aquellas instalaciones.


De tiempos del Mando Económico de Canarias, cuando se idearon los planes de defensa de la isla y su fortificación en el contexto de posguerra civil y guerra mundial, datan las dos pistas de Jandía, una de las cuales, coincidente con la propia carretera del faro y del Puertito de la Cruz, aprovechaba aquella luz de señales marítimas para operar; la otra obedeció al empeño de Winter. Una y otra llegaron a utilizarse por jerifaltes del régimen en Gran Canaria, aficionados a la caza y a la pesca en nuestra isla.

De aquellos años también data el primer aeródromo que se abrió al tráfico civil en Tefía y que, dado el peligro y la persistencia de los vientos, se trasladó a Los Estancos, donde funcionó durante casi dos décadas, cortes puntuales de carretera incluidos, pues la pista la atravesaba perpendicularmente y los coches debían ceder el paso. Muchos recordarán la cadenita que nos hacía parar para convertirnos en espectadores de las operaciones de tráfico aéreo.

La foto publicada en grantarajal.es ilustra el accidente sufrido por un JU-52 de la Fuerza Aérea en Rosa los James (Tarajalejo), el 19 de diciembre de 1968.

La historia de la aviación en Fuerteventura recuerda distintos accidentes, alguno especialmente grave, muertos incluidos (tragedias de 1972 en Tefía y 1994 en La Herradura).

Los hubo civiles, frecuentes y de escasa entidad, cuando los junkers trimotores se salían de pistas o les fallaban los motores en Los Estancos, provocando que algún asustado pasajero saliese corriendo del aparato sin escalerilla ni nada. No hay que olvidar que Los Estancos se concibieron inicialmente como pista de socorro y en él efectuaron emergencias los aviones que cubrían la ruta Sahara (Ifni y El Aaiun)-Gando…

Andando el tiempo, también en el aeropuerto internacional de El Matorral, se salió de pista un DC-9 de Iberia que no llegó a asomarse al barranco de Río Cabras porque ya anochecía.

Y desde El Matorral a Suiza, otro DC-9 de Iberia fue secuestrado por tres desorteros de la Legión que lo capturaron recién llegado de Gran Canaria, reteniendo a la tripulación, parte del pasaje y las limpiadoras que fueron liberadas en Lisboa. Fue el primer secuestro aéreo de Canarias, un episodio que se escribió en agosto de 1979.

Pero hubo muchos otros, la mayoría, protagonizados por aparatos militares, sin olvidar los bombardeos que se llegaron a efectuar en sitios tan cercanos a Puerto del Rosario como los Valichuelos, los Lomos de Lesque o la Montaña de Las Veredas que nos separan del actual vertedero que llaman de Zuritas, donde los DC-3 y los cazabombarderos "saeta" dejaron caer sus bombas en la década de 1960.

El primero de que tenemos noticia se produjo el 17 de agosto de 1952, cuando un JU-52 que había despegado logró regresar a Los Estancos al notar su tripulación un fallo en dos de sus motores, acabando el peligro sin mayores consecuencias.

De similares características fue la avería que provocó el aterrizaje forzoso de otro JU-52 del Ejército del Aire que tuvo que echarse sobre la panza en el valle de Tarajalejo para deslizarse sobre su propio fuselaje hasta la Rosa de los James el 19 de diciembre de 1968. El aparato viajaba desde El Aaiun hasta la Base Aérea de Gando y, en esta ocasión, sí hubo heridos leves que fueron trasladados a Gran Tarajal y desde allí evacuados a Gran Canaria.

En octubre de 1969 el incidente fue protagonizado por un caza T-6 de las Fuerzas Aéreas Españolas con base en Gando, cuando viajaba en escuadrilla desde Lanzarote a Gran Canaria. Detectada la avería de su único motor, el piloto optó por forzar el aterrizaje sobre Los Jablitos, cerca de Lajares (La Oliva), resultado herido y trasladado a la Clínica Virgen de la Peña, hospital viejo del Puerto, y desde allí evacuado a Gran Canaria.

A finales de 1994, el 16 de noviembre, fue un helicóptero de la Base de Los Rodeos, en Tenerife, el que tuvo la mala suerte de caer enredado en los cables del tendido eléctrico en el barranco de La Herradura, al noroeste de Puerto del Rosario. Debido a las graves heridas, allí perecieron sus siete tripulantes, en sufragio de cuyas almas se ofició una misa de campaña en el patio de armas del acuertelamiento de La Legión.
 

Antonio Félix, uno de los pioneros del vuelo libre en Puerto del Rosario (Foto publicada en "La Voz de Fuerteventura", 1987-1988)

 Y no podemos cerrar este artículo sin un recuerdo a un pionero del deporte del vuelo libre en Fuerteventura, Antonio Félix Pérez Barrera, que falleció con su pasión de volar cuando su ultraligero se precipitó al suelo en las pistas del viejo aeropuerto de Los Estancos, alboreando el año 1988.

  Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas

domingo, 26 de abril de 2015

La heráldica de Puerto del Rosario

Buscando elementos y señas de identidad

Cuentan los documentos de nuestra historia que, poco después del cambio de nombre de la localidad y municipio, la corporación intentó identificarse con su propia bandera; que consultaron al Comisario de Excavaciones Arqueológicas de Las Palmas, tan asiduo por esta isla en otras décadas, y que recibieron una contundente respuesta: no había más bandera que la Enseña Nacional bicolor. No se volvió a suscitar aquel tema.

Pero sí el del escudo heráldico en un afán de constreñir en él elementos de raigambre histórica que justificaran su propia identidad. En la isla se continuaba rastreando el pasado épico, se hacían excavaciones en Betancuria, en el suelo de la iglesia conventual de San Buenaventura y aún en el de la matriz de la isla.

Roldán Verdejo trabajaba en la trascripción de los papeles viejos del antiguo ayuntamiento insular y había incursionado en otro episodio histórico: la lucha de los majoreros contra el invasor inglés de mediados del siglo XVIII.
 
Bosquejo del escudo heráldico propuesto por Roldán Verdejo para Puerto del Rosario.
 
Y a don Roberto acudieron los munícipes del Puerto para que "diseñase" un posible escudo heráldico que reflejase las inquietudes capitalinas de Puerto del Rosario. Aquel juez no dudó en describir un blasón que llegó al pleno en estos términos:

"La forma del escudo es partida y a su vez hendida la mitad inferior. La parte superior izquierda ostenta un sol en oro sobre campo de gules, representativo de las condiciones turísticas de la zona. La parte superior derecha ostenta un anclote en sable sobre fondo de plata, demostrativo de la importancia comercial de la ciudad y de su puerto, al que hace alusión su nombre de Puerto del Rosario. La parte inferior representa un delfín heráldico en plata sobre fondo de azur, por la importancia pesquera de su costa. Como timbre lleva el escudo la corona condal en oro, ya que fueron señores territoriales de la isla los García de Herrera, condes de la Gomera, Como leyenda, cinta en sinople con letras en oro y en latín "capuz et porta Erbaniae", cabeza y puerto de Fuerteventura."

Aunque aprobado por el Pleno en sesión de 1 de diciembre de 1965, no tuvo, que sepamos, tramitación posterior como blasón municipal, aunque sí como medalla de la ciudad, que lucieron por algún tiempo los miembros de la corporación a partir de la alcaldía de Santiago Mederos González.

Más tarde, ya en tiempos de Matías González García, bibliófilo, liberal, consejero de cabildo y concejal municipal desde los tiempos del cambio de nombre, se rescató otro diseño de medalla realizado por el técnico municipal Victorio Rodríguez Cabrera, aunque sin mucho convencimiento de que llegase a convertirse en escudo del Municipio, por lo que se llevó a la cubierta del programa de las fiestas patronales de octubre de 1980. En este diseño y en el definitivo se incorporó a la cabra como elemento histórico indiscutible de nuestra heráldica.
 
Boceto propuesto por Victorio Rodríguez como escudo heráldico de Puerto del Rosario.
 
Pero fue la segunda corporación de la Democracia la encargada de abrir y culminar el expediente de escudo heráldico de Puerto del Rosario en 1986, cuando aceptó el diseño encargado al especialista en Nobiliaria y Genealogía Miguel Rodríguez Díaz de Quintana, que lo propuso en estos términos:

"Escudo medio partido y cortado: 1º, en plata, tres fajas ajedrezadas de gules y oro, cargada una de otra faja de oro; 2º, en oro, una cabra andante de su color natural, y 3º, en azur, un barco de oro. Timbre; Corona Real cerrada"

Este escudo que actualmente rige, fue aprobado por el Gobierno de Canarias el 24 de marzo de 1986, visto el informe favorable de la Comisión de Heráldica de la Consejería de la Presidencia.
Escudo oficial de Puerto del Rosario, aprobado en 1986.
 
Mas tarde se le añadió el cuero sobre el que reposa nuestro blasón, el que hoy ondea en la bandera municipal tricolor que se aprobó en 2005.

Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas

jueves, 2 de abril de 2015

El Coronel Batista visita Fuerteventura

 
Fue su primera y única estancia en la isla, pero su recuerdo se prolongó más allá de la década de 1950…

Aquel miércoles, día de Correíllo en Puerto del Rosario, Maximiliano Batista Pérez fue recibido y cumplimentado por la Guardia Civil de guarnición en la plaza. Apenas puso los pies sobre el adoquinado del muellito, se le condujo junto a otros miembros de su séquito hasta el Centro Penitenciario de Tefía.

Por el camino, el mismo chofer de la camioneta le fue ilustrando con las obras que se estaban haciendo: una cantera de piedra de cal, recrecimiento de la presa de Los Molinos, tareas en las que –dijo uno de los números de la benemérita, mirando a los viajeros- estaba seguro de que también colaborarían.

Batista se rascó la barba cuando le llegó el aire caliente de aquella llanura en la que, a lo lejos, ya se adivinaba un pequeño torreón donde ondeaba una bandera y a cuyos pies –pensó- estaría el comité de recepción.
Foto policial publicada en la prensa de la época. [Jable, Archivo de Prensa Digital de la ULPGC]

Un cuarto de hora después se encontraba ante la puerta de acceso a la colonia agrícola penitenciaria. Tres o cuatro funcionarios de prisiones flanqueaban la ventana donde ya asomaba Tomás Fernández Cimadevilla, entonces alcaide, dándole vueltas a un canuto de papel en el que había garabateado las líneas principales de su discurso de bienvenida.

El camión se detuvo junto a un grupo de reclusos que se alineaba en perpendicular a la pared del establecimiento, y que no serían más de quince; el chofer maniobró hasta dejar el vehículo frente a la ventanilla custodiada por Vicente Segura, por Elías Echeverría y por Miguel Escudero, entre otros.

Abrieron la portezuela del volquete donde venían, en dos hileras, unos diez presos que supervisados por el copiloto y los guardias civiles, fueron saltando a la polvorienta explanada.

Terminada la operación de "descarga" y apartado el vehículo, los nuevos formaron frente a la ventana para escuchar la bienvenida acostumbrada. El director tomó la palabra nombrando uno a uno a los visitantes, deteniéndose especialmente en Maximiliano para glosar la noticia que recién había leído en la prensa:

"Fuerzas de la Benemérita pertenecientes al puesto del Puerto de La Luz se han anotado un buen tanto al quitar de la circulación a dos sujetos de vuestra calaña. Y los detenidos no son ni más ni menos que ustedes, nuestros ilustres visitantes: Maximiliano Batista Pérez, a quien todos ya conocen por el "Coronel Batista" y también por "El clenque", y José García, al que llaman El Rubio.- La labor de las fuerzas de la guardia civil, con quienes ustedes tan bien se llevan, no consistió solo en localizarlos y detenerlos, sino que con vuestra voluntad por delante, volvieron a las viviendas que habían visitado para explicarse la forma en que se introdujeron para perpetrar los diferentes golpes.- Una de las operaciones acometidas por su excelencia, Coronel Batista, todo un prodigio, fue realizada en un pensión sita en una de las calles más importantes del barrio de Santa Catalina.- Como quien no quiere la cosa, entraron en el hall de recepción y como diese la casualidad de que entonces no hubiese nadie allí, pero sí un estupendo maletín, pues allá que arrancaron con el jallo. La sorpresa fue mayúscula para su autoridad, Coronel Batista, cuando se dieron cuenta de que en el interior de aquella valija había nada menos que cuatro mil quinientas pesetas en billetes de curso legal junto a otros objetos de valor.- Como no podía ser de otra forma, optaron por quitarse de en medio y nuestros hombres tomaron el correíllo que lleva a Santa Cruz de Tenerife, donde vivieron por algunos días dándose vida de príncipes, o, mejor dicho, de coroneles (sensu majorero). Pero cuando los cuartos tocaban a su fin, retorno a Las Palmas de Gran Canaria, y al trabajo.- Nuevos méritos para visitarnos, hasta que parte de las prendas robadas en uno de los chalets de Ciudad Jardín fueron vistas en poder de un tranquilo transeúnte que por lo visto, comprador de buena fe, las había adquirido a cuatro perras gordas… se siguieron las pistas convenientes y al poco se logró la captura y aquí los tenemos, a compartir con nosotros dos años de presidio."

Despojado así de los galones, el alcaide advirtió a Batista que aquí venía a ser uno más. Y generalizó mirando a los otros del comité que le acompañaban: "este hombre que hasta ayer fue coronel, hoy seguirá siendo el clenque, que de otra manera no podemos llamarlo, a la vista está –se sonrió-, uno más de los casi doscientos que han pasado por aquí desde que se inauguró este Campo de Concentración en 1954, para arrancar y darle vuelta a las piedras, para trabajar bajo las caricias del sol, despojado como muchos de ustedes de la mínima dignidad..."



[Tomás Fernández Cimadevilla aparece como jefe de la prisión, colonia o campo de concentración, inmediatamente después de Prudencio, el de la Casa de Dios, aunque desconocemos si entre ellos hubo otro alcaide. 
Entre los custodios y vigilantes de la prisión estaban funcionarios del cuerpo de prisiones y algunos militares destacados allí con carácter voluntario. Elías, Miguel y Vicente, aquí citados, aparecen con nombramientos como auxiliares del cuerpo de prisiones en el BOE-La Gaceta Madrid. También ahí se puede rastrear los traslados y nombramientos de directores.
Entre 1954 y 1966, estuvieron confinados en la Colonia de Tefía alrededor de trescientos reclusos]
 
Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas 
 

jueves, 12 de marzo de 2015

El Matorral y la zafra del tomate

En los orígenes de un caserío de Puerto del Rosario
 
Los barrancos de La Muley y Jenejey, Goroy, los pozos de agua de Antoñito Martín, los de los Franquiz, la finca de La Marina, la Rosa de Abajo, el Llano de la Mareta o el Tablero de la Vista, son algunos de los topónimos que adornaron este pago de la capital insular, cuando comenzó a despegar, a medio camino entre el Puerto y la Playa de Caleta de Fustes, en la década de 1920, junto al lindero que separaba las jurisdicciones municipales de Antigua y Casillas del Ángel, porque aquella zona era parte del antiguo municipio, hoy perteneciente a Puerto del Rosario.

Trabajadoras del campo. Archivo fotográfico FEDAC
 
Entre los primeros pobladores se encontraban las familias Perdomo-Arocha, Ramos-Morales, Cruz-Morales, Martín-Hernández, Martín-Rodríguez, Acosta-Barrera, Hernández-Martín, Hormiga Martín, Martín-Marichal, Fulgencio-Jorge, Álvarez-Melo, Hormiga-Marichal…

Apenas medio centenar de personas lo poblaban en la década de 1930, en su mayoría dedicadas a la agricultura y la ganadería, pero también a la pesca en algún que otro barquillo; y veinte años después se habían duplicado…

Nuevas familias procedentes de Antigua y La Oliva, fundamentalmente, se sumaron al proyecto de pueblo: Franquiz González, Franquiz Martín, Franquiz Suárez, Franquiz Fleitas, Hernández-Franquiz…

El agua, abundante en la finca de La Marina, permitía regar pequeñas parcelas que se dedicaban a la plantación de alfalfa y, sobre todo, de tomates que, en época de zafra, atraía a gran número de braceros que procedían, fundamentalmente, de las zonas centro y norte de Fuerteventura.

En 1965 las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística sitúan los efectivos demográficos de El Matorral en torno a los cuatrocientos, unos 365 habitantes; muchos de los cuales eran temporeros ocupados en las plantaciones de tomate que se extendieron por los tableros hasta la desembocadura del barranco de Río de Cabras.

Darias-Hernández, Espinel de Vera, Rodríguez-Cabrera, Alonso-Umpiérrez, Darias-Peña, Pérez-Rodríguez, Figueroa-De León, González-Benítez, González-Hierro, Santana-De León, Padilla-González, Suárez-Cabrera, Ramírez Melián, Padilla-Ruiz, Hierro-Benítez, Montelongo-Reyes, García-Hernández, Pérez-Benítez, Benítez-De León, González Guerra, Hernández García, Gutiérrez Viera, García-Benítez o Vera-Barrios… fueron algunas de las personas y familias que se desplazaron a este caserío del Puerto en la década de 1960, atraídos por la zafra.

Se construyeron cuarterías por los empresarios agrícolas y muchos peones vivían a pie de finca, en casetas temporales acondicionadas por los primeros.

Por aquellos años, y a raíz de este auge poblacional, se acondicionaba el camino vecinal de Puerto del Rosario a Salinas del Carmen que, naturalmente, pasaba por El Matorral. Y, junto a la tiendita se puso en marcha la escuela que pasó de estar en locales alquilados por el ayuntamiento al nuevo centro construido junto a la playa con el plan de construcciones escolares de 1962, con un modelo idéntico al de Tefía o Tesjuates.

Las casas del pueblo en aquellos años se situaban al naciente de la actual carretera, junto al camino vecinal que entonces discurría junto a la orilla, en dirección a Caleta de Fustes y Salinas del Carmen; en aquella zona, frente a la escuela, se construyó la primera ermita que, como todo el barrio estuvo condicionada por el crecimiento de las instalaciones aeroportuarias y se trasladó a la zona que hoy vemos, consolidando así el Barrio Nuevo de El Matorral o, simplemente, El Matorral.

Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas

martes, 3 de marzo de 2015

La calle Real o Principal en el siglo XIX

La calle León y Castillo

Un  rótulo que data de 1895, casi un año después de la inauguración del muelle municipal de Puerto de Cabras, con el que se le homenajeaba agradeciéndole el apoyo mostrado en la consecución de dicha infraestructura.
Conviene saber que hasta ese año la calle se denominaba calle Principal o calle Real y es la más antigua de la localidad, al ser el extremo del viejo camino que unía el embarcadero con la cabecera parroquial y municipal de Tetir, del que se independizó el municipio de Puerto de Cabras en 1835.
La formalización de este cambio en el callejero de la ciudad la llevó a cabo el Ayuntamiento Pleno en sesión de 28 de julio de 1895, donde se acordó por unanimidad poner el nombre de Fernando de León y Castillo a la Calle Principal, remitiéndole copia certificada:
            “...Habiendo dado en distintas ocasiones el Excmo. Sr. Don Fernando de León y Castillo pruebas de su interés por el bien estar y fomento de este pueblo, como a todos consta, era acreedor a que se le demostrara la gratitud del vecindario. Nadie ha podido olvidar, dijo el Sr. Presidente [habla Ramón Fernández Castañeyra], el empeño con que este ilustre patricio atendió nuestras peticiones cuando los dolorosos efectos de una calamidad terrible pesaba sobre Fuerteventura; nadie tampoco ha podido olvidar la creación, a él debida, de una Dirección de Sanidad Marítima que más tarde nos arrebató el afán de economías; grabado en la memoria de todos se halla el recuerdo de la subvención obtenida por su mediación para las obras del muelle, y cifra una de nuestras más lisonjeras esperanzas el favorable éxito que cuando las circunstancias la permitan obtendrán sus gestiones para el establecimiento del telégrafo, asunto que ya está muy adelantado, la erección de una parroquia y subasta de la carretera. Aparte de esto, hay otras cosas de utilidad general que apoyan con decidido interés, y nada más justo que corresponder en la débil medida de nuestras fuerzas a tanta distinción y a tantos servicios. Propone, pues, la presidencia, que para que en todos tiempos se recuerden los favores del Excmo. Señor Don Fernando de León y Castillo se ponga su nombre a la calle Principal de esta población como humilde testimonio de agradecimiento.” Así lo aprobó la corporación unánimemente.

Aspecto de la calle León y Castillo en la década de 1960, tomada desde la azotea del  edificio que albergó el consistorio a fines del siglo XIX y primeras década del XX. [Publicada en los programas de fiestas del Rosario].

Mucho más tarde, durante la II República, el Ayuntamiento acordaba cambiar aquel nombre, en sesión del 20 de enero de 1933, por el de Indalecio Prieto, en atención y agradecimiento de este vecindario por la concesión del Puerto y depósito de aguas. Desconocemos si este acuerdo se ejecutó en algún momento, pues fueron más las ocasiones en que declarativamente se acordó cambiarle el nombre, no trascendiendo a la documentación otros que no fueran Principal, hasta 1895, y León y Castillo, después de dicho año, para referirse a este vial de nuestra ciudad.
Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas