jueves, 27 de marzo de 2014

La renovación del Ayuntamiento de Puerto de Cabras en 1914

Hace cien años, cuando Puerto de Cabras renovaba su Ayuntamiento, integraban la corporación 8 concejales frente a los 7 vocales que formaban parte de la Junta Municipal de Asociados. Quince personas regían los destinos del que entonces era el municipio más pequeño de Fuerteventura.
En la sesión constitutiva del 1 de enero de aquel año se procedió a la renovación parcial y bianual del Ayuntamiento: cesaban los cuatro más viejos en el cargo y, para sustituirlos, tomaban posesión José Pérez Medina, Francisco del Toro Rivero, Juan Martín Alonso y Francisco García Rodríguez. Y éstos, junto a los que permanecían, Claudio López Hernández, Victoriano González Carballo y José Fernández Espino, constituyeron la nueva corporación municipal.
Presidía el acto el alcalde saliente, José Castañeyra Carballo que, además, leyó el nombramiento que le había remitido el Gobernador Civil en favor de Juan Martín Alonso como nuevo presidente de la Corporación.
El alcalde entrante, hijo del empresario Juan Martín Morales y de Agustina Alonso era sobrino del también empresario y político local Secundino Alonso Alonso y permaneció en el cargo hasta el 18 de junio en que siendo cesado por el mismo Gobierno Civil, fue sustituido por Francisco del Toro Rivero.
Como Teniente de Alcalde designaron a José Pérez Medina y como Síndico, a José Castañeyra Carballo.
Siete días después de constituida la corporación se nombraron las cuatro comisiones municipales:
- De presupuestos, intergrada por Victoriano González Carballo, Claudio López Hernández y Francisco del Toro Rivero.
- De hacienda, integrada por José Pérez Medina, Francisco García Rodríguez y José Castañeyra Carballo.
- De Higiene, obras públicas y ornato, integrada por Victoriano González Carballo, José Pérez Medina y José Castañeyra Carballo.
- De arbolado y aguas, integrada por Juan Martín Alonso, Victoriano González Carballo y Francisco García Rodríguez.


Y para la elaboración de presupuestos, ordenanzas fiscales y arbitrios como los establecidos sobre la piedra de cal, la cal y el yeso, en sesiones conjuntas con el Ayuntamiento, se formó el 14 de febrero la Junta Municipal de Asociados, integrada por los siguientes vocales:
Pedro Hernández Barrios, Agustín Medina Rodríguez, Agustín Pérez Rodríguez, Felipe Martos Santana, Vicente Felipe Bravo, Manuel Oramas Martín y Juan Domínguez Peña.
Durante 1914 Cabildo y Ayuntamiento siguieron compartiendo sede en la Casa Consistorial de la Calle del Puente, muy cerca de la Explanada.
Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas

viernes, 21 de marzo de 2014

El General que no quiso visitarnos

Pero al que, en los días 19 a 21 de noviembre de 1928, le pagamos el agasajo que le hicieron en las otras islas.

Cuentan las crónicas que el Dictador planeaba su viaje a Canarias a mediados de años, pero la travesía le resultaba pesada. Pensar en varios días de navegación al Archipiélago le producía desazón, lo inquietaba porque le traía recuerdos de su tiempo en el Caribe.
Pero había que organizar el partido único de su unión patriótica y festejar recientes triunfos en la guerra de Marruecos; no podía dejar a un lado a los habitantes de ultramar y cometer el error que llevó a la debacle del viejo imperio español.
Por fin la agenda logró encajar aquel sueño aún a costa de tornarse pesadilla. Sería a finales de noviembre de 1928.
Y la decisión del Primo de Rivera saltó a la prensa: El Marqués de Estella viajaría a Canarias entre el 20 y el 30 de noviembre.
La maquinaria se puso en marcha y, de arriba abajo, de una isla a otra, ayuntamientos y cabildos consignaron unos gastos para agasajo al presidente del Directorio.
En Fuerteventura el Cabildo dio 600 pesetas y, bastante menos, los ayuntamientos que, maltrechos en sus haciendas, acudieron a la oligarquía que no dudó en aportar el apoyo financiero de sus propios caudales. Las listas de donativos se hicieron interminables en el periódico Diario de Las Palmas.
En Santa Cruz de Tenerife y en Las Palmas de Gran Canaria se le tributó a Primo de Rivera tal recibimiento que nunca antes se había visto tal desparpajo de fotografías, tantos ríos de tinta y tantos comentarios en los distintos periódicos de las islas.
Pero aquí, como en el resto de las islas menores, nuestros antepasados se quedaron perplejos: de punta en blanco para hacer de anfitriones de quien se acojonó por el estado de la mar y retornó a la Península Hispanica sin decir adiós.


Ni siquiera un cable, un telegrama, se lamentaron algunos… La calle Fernández Castañeyra se quedó con sus efímeros arcos florales, las banderas que lucían ventanas y balcones animaron el desconsuelo de quienes optaron por celebrar que el Dictador estaba en las capitales de las dos islas mayores…
Los fastos organizados se quemaron así a la luz del desconsuelo de una visita que no llegó.
Los majoreros, como los gracioseros, conejeros, herreños, gomeros y palmeros, se quedaron con las ganas, recordando otras visitas: el Ministro de Marina en 1905, Alfonso XIII en 1906, el Ministro de Justicia en 1927 y ahora, en 1928, con la del primer gobernador civil de la Provincia Oriental de Canarias.
El escenario escogido en la que nos ocupa fue la calle Fernández Castañeyra, esquina a las calles del Rosario y Fuerteventura, delante del edificio que compartían Ayuntamiento de Puerto de Cabras y Cabildo de la isla para sus menesteres político-administrativos.
Y lo curioso del asunto es que hasta se ilustró con fotografías la escenificación de aquel fracaso; al dorso de algunas de ellas se anotó “esto es de cuando vino Primo de Rivera”, ocultando que sólo había plantado sus dictatoriales pies en dos de las ocho islas habitadas de Canarias.

Quien quiera saber del caso encontrará muchos artículos en la prensa de la época, porque los cronistas, sencillamente guardaron sus bártulos en las islas menores y nada escribieron sobre tan triste visita porque, simplemente, no se realizó.

sábado, 15 de marzo de 2014

El servicio postal y los carteros rurales

Reapertura de la oficina postal de Puerto de Cabras, 1914

Hace cien años, en 1914, se puso en funcionamiento la oficina postal de Puerto de Cabras, siendo su primer administrador don Juan Salvá y Pons, al que sucedió el majorero don José Medina Berriel y, a su jubilación, el hijo de este pueblo, don Alfonso Felipe Domínguez; luego llegarían los trasladados don Rodrigo García Poves, que inauguró las dependencias que se abrieron en 1968 y quienes le sucedieron en el cargo.

Con anterioridad ya había funcionado en Puerto de Cabras aquella dependencia postal desde al menos 1873 a 1891 en que fue suprimida.
En 1909 se había organizado el servicio postal estableciendo conducciones a caballo desde Puerto de Cabras a La Oliva por Tetir, y desde Puerto de Cabras a Antigua Por Casillas del Ángel.
Diez años después, en 1919, la Dirección General de Correos creó la administración central de Las Palmas de Gran Canaria (más tarde de Las Palmas, en consonancia con el decreto de división provincial de 1927) y reorganizó el servicio postal de Fuerteventura con una conducción de Puerto de Cabras a Gran Tarajal y carterías rurales en Tetir, Casillas del Ángel, La Ampuyenta y la de Puerto de Cabras… después llegarían las Carterías de Enlace Puerto del Rosario-Salinas del Carmen por el Matorral y la de Puerto del Rosario-Guisguey-Time, por Puerto Lajas, entre otras; convertida ya la de Puerto del Rosario en Oficina Técnica de Correos y Telégrafos.
Aquellas fueron las líneas de reparto cubiertas por nuestros carteros rurales que se han ido simplificando y modernizando.

Pero la figura del “cartero rural” en sentido tradicional, de persona cercana y entrañable está en trance de desaparición, seguramente esperando un sentido homenaje; aunque ya pocos quedan de la época en que nuestro municipio y nuestra isla eran deficitarios en carreteras; los tiempos a que nos referimos (décadas de 1940-1970).

"Juanito el Cartero", escultura de Silverio López Márquez en la rotonda de entrada al valle de Tarajalejo (Tuineje). [Foto de Berto García Méndez]
 

Este funcionario conocía a todos y cada uno de los habitantes de los pagos en que ejercía su trabajo repartiendo la correspondencia y adivinando muchas veces quién era el destinatario de tal o cual envío por el simple apodo o por una anécdota que quedó en la memoria colectiva.
A él acudían los suministradores de servicios o de reparto de mercancías en demanda de ayuda, a los que respondía planteándose reflexiones como ésta, poco más o menos: “Curbelo…y cómo dice que es el segundo apellido… Ah, claro, este viene a ser el chico de Eulalio…pero… ¡ahora está en Villa Cisneros!”; todo un ejercicio de genealogista y conocedor de las familias del lugar, parangonable con el cura o el maestro.
El cartero rural llegaba a ser un auténtico “perito conocedor”, siendo buscado para esclarecer propiedades, porque no sólo conocía las familias: también las tierras y hasta las marcas de ganado y, como decíamos, hasta los nombretes, que usaba discrecionalmente para amueblar su memoria.
Hacía de escribano y lector a domicilio ayudando a quienes no tuvieron posibles o les faltó tiempo para aprender a leer y escribir, no por desidia, sino por tener que ayudar a la familia en las tierras, con el ganado y hasta en la casa…
Aguardado en los pueblos, el traía las pensiones y subsidios de los mayores y les entregaba los giros que los muchachos les mandaban desde sus lugares de trabajo cuando emigraban o estaban en el cuartel…
Por eso muchas veces ejerció también de comisionado cuando no de alcalde de barrio.
Eran nuestros carteros rurales los antiguos peatones que “circulaban” los oficios y la correspondencia oficial y particular primero a pie, luego a caballo, después en bicicleta y más tarde motorizándose con motocicletas y coches, hasta nuestros días.


La “casa del correo” o la “casa del teléfono” en nuestro pagos fue señalizada con un cartelito y se acompañaba la primera con el oportuno buzón.

El primer edificio postal de Fuerteventura se construyó en Gran Tarajal, Tuineje, en la década de 1950, con fondos de Regiones Devastadas. Una obra que contrarrestaba las inversiones de otro edificio oficial en Fuerteventura: La Delegación Insular de Gobieno de Puerto de Cabras.
Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas