lunes, 18 de junio de 2012

La primera ermita de Puerto del Rosario, 1812

En este año se cumple el bicentenario de la apertura al culto del primer santuario establecido en Puerto de Cabras. Estuvo en la calle de La Marina, actual García Hernández, donde se habilitó un pequeño local que aún podemos adivinar en las proximidades del cruce de aquel vial con el del Doctor Mena.
Este primer templo se abrió mucho antes de constituirse en municipio independiente. Tanto en lo espiritual como en lo político, los moradores de esta ciudad debían ir a la cabecera parroquial y municipal establecida en Tetir, de la que dependieron  hasta 1835 y 1906, respectivamente.


"Junio 4 de 1812.- ... En vista a lo que se nos expone en el memorial que antecede y de lo informado en su apoyo por nuestro Vicario de la isla de Fuerteventura, concedemos a éste facultad para reconociendo, acompañado de notario, la sala que tienen preparada los vecinos del Puerto de Cabras, para que les sirva interinamente de oratorio público por los justos motivos que exponen..."


Las obras de iglesia parroquial que hoy vemos en la Plaza de Nuestra Señora del Rosario se iniciaron más tarde, en la década de 1820.



Un ambicioso proyecto de 1845, contemplaba la construcción de dos torres para la culminación de la iglesia  de Puerto del Rosario, pero la crisis en el mercado de la barrilla, principal motor económico de la localidad y la isla, provocó el abandono de la idea...

viernes, 8 de junio de 2012

De Fuerteventura al Río de la Plata. Cuando éramos emigrantes

"Pequeñas" biografias de la emigración majorera

Comenzaremos por aquel grupo de colonos del que ya hemos hablado en otro lugar: los contratados por Francisco Morales Dumpiérrez en la isla de Fuerteventura en 1832 y 1833.
Todos los viajeros compartieron las expectativas de mejora que aquel conejero oriundo de Fuerteventura y residente en Arrecife de Lanzarote, insufló a los desesperados isleños y todos experimentaron las experiencias de un tortuoso viaje que tocó en Río de Janeiro, en Maldonado y, finalmente, en Buenos Aires.
Años atrás, en 1827, Morales había convenido con las autoridades de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el traslado de colonos de las islas. Ese mismo año llegaba al puerto de Buenos Aires el bergantín "Océano", de la propiedad de Gerardo Morales e hijos (padre y hermanos del empresario que nos ocupa), abarrotado de isleños del centro y sur de Lanzarote.
Extrañaría mucho que estos barcos navegaran por el Plata en momentos de guerra entre Las Provincias Unidas y la metrópoli española, si no atendieramos al aviso que Ochoa de Eguileor nos manda al tratar documentos de  la emigración masiva de canarios hacia aquel destino: "a fin de asegurar la navegación de dicho individuo [Francisco Morales] en el estado actual de guerra... se le permita navegar con dos patentes..."
Nos encontramos, pues, en 1827 ante una política migratoria del gobierno de las Provincias Unidas con la que se pretendía en principio colonizar la Banda Oriental. Testigos de estos conflictos y de los que soportarían en la República Oriental del Uruguay, nuestros emigrantes, los colonos majoreros, da la impresión de que no fueron tratados como ciudadanos de la metrópoli, siendo muchas veces reclutados e incorporados a filas en alguno de los bandos.
Dos años después y merced a los cambios en el gobierno de las Provincias Unidas, también cambiaron las políticas migratorias y el convenio con Francisco Morales ya no tuvo vigencia.
Es la parte de la historia que los colonos de 1832-33 no pudieron conocer. Cosas de las comunicaciones de la época. Y se embarcaron vendiéndolo todo para acabar ingresados en la Chacarita de los Colegiales y en lo que fue convento de Recoletos o, los más pudientes, buscándose la vida como pudieron en las fincas de los alrededores de Buenos Aires y cruzando el Plata con destino Montevideo, su anhelada tierra de promisión.
Nos ocuparemos en primer lugar del contingente que se desplazó con Francisco Morales en 1833, partiendo del principio que siempre me ha movido: desvelar las identidades y las pequeñas o grandes historias que se esconden tras los números de una estadística, fuera de los análisis macroscópicos: Provisionalmente logré documentar en origen alrededor de doscientas personas, cuya descendencia arraigó en Argentina, Uruguay y Brasil.

Iglesia de la "Chacarita de los Colegiales", Buenos Aires, donde  fue internado por algún tiempo parte del  grupo de  colonos majoreros trasladados por Francisco Morales [Foto publicada por Jorge Ochoa de Eguileor:1999]

ABREU.- Este apellido lo encontramos en Fuerteventura durante el XVIII y primera mitad del XIX. Llegó aquí procedente de la localidad de Yaiza, en la vecina isla de Lanzarote. Un grupo se estableció en Tetir y su término.
Descendiente de Francisco Abreu y de Bernarda Silva, de aquella procedencia, fue Antonio Abreu Silva que casó en Tetir con María Rosa de Vera, en 1810. Hijos de este último y prolífico matrimonio fueron Tomás (1813), María Concepción (1914), Francisco (1816), Antonio (1818), Bernardo Juan (1820), Juan Fernando (1821), Clemente (1822), Atanasio (1824), Antonio María (1826), Leocadia (1827), Andrés (1829) y Bárbara (1831).
Copyright Francisco Javier Cerdeña Armas

viernes, 1 de junio de 2012

Manuel Déniz Caraballo, maestro de Puerto de Cabras (1876-1921), I


Manuel Déniz Caraballo
(1876, Arrecife de Lanzarote - 1921, Santa Cruz de Tenerife)
Notas biográficas de un maestro conejero en Puerto de Cabras, 1907-1911. Casi cien años después, muchas de sus ideas e iniciativas mantienen plena vigencia.

Aproximación al personaje

En los albores del siglo XX llegaban a Canarias, como a todas partes de la España peninsular, los indianos y los repatriados tras el desastre de 1898. Venían cargados de ideas innovadoras surgidas del fracaso de la metrópoli, de regeneracionismo, de apuestas por una administración más racional de las islas y con postulados autonomistas muy cercanos al nacionalismo isleño.
A Fuerteventura recalaban Juan Domínguez Peña, Matías López, Teófilo Martínez de Escobar… y muchos otros menos significados u olvidados en el activismo social, político y económico de la época. Posiblemente Manuel Déniz Caraballo, si escucháramos lo que dicen algunos autores en su obra sobre el periodismo canario, conociera in situ la debacle colonial de España; él mismo insinúa en uno de sus discursos que había estado en América, sin indicarnos país. En todo caso Déniz se mostró muy sensible a las ideas que acabamos de mencionar, como luego veremos.
La historiografía y la bibliografía canaria suele citarlo inmerso en los momentos de la reactivación del movimiento obrero canario en torno a las asociaciones gremiales; como el “patriota” Déniz Caraballo, como el compañero de Secundino Delgado Rodríguez en los momentos en que veía la luz el periódico “Vacaguaré”, a principios de 1902, negándole por lo general iniciativas relacionadas con el activismo político y social que creo que practicó durante buena parte de su vida.
Por eso lo traemos a nuestro bloc para compartir otras aristas de este personaje que vivió en Puerto de Cabras entre 1907 y 1911, desarrollando su labor como maestro de la escuela de niños ubicada a la sazón en la calle Virgen del Rosario, entre la casa de don Ramón Castañeyra y el hotel de don Paco Medina, y donde fue miembro de la Junta Local de Instrucción Primaria y corresponsal en esta localidad de varios periódicos regionales.
Don Manuel Déniz nació en Arrecife de Lanzarote (1876) y casó en 1902 con la chicharrera Juana Torres Díaz (1888), modista, con la que tuvo, al menos, dos hijas: Catalina (1902-1970) y Olimpia (1903). Todos ellos vivieron en Puerto de Cabras y tuvieron su domicilio en la calle Virgen del Rosario, en la casa que hacía las veces de escuela de niños.

Una vista de Puerto de Cabras en tiempos del maestro don Manuel Déniz Caraballo.

Pero su vida transcurrió, además de en nuestra ciudad, en Lanzarote, en Santa Cruz de Tenerife y en La Victoria de Acentejo, a cuyos puntos le llevó el ejercicio del magisterio, que compaginó con su fecunda labor periodística, pues nunca se alejó de las columnas como corresponsal y cronista o como redactor.
Queda por clarificar su posible estancia en tierras americanas donde pudo conocer las corrientes del nacionalismo y del autonomismo de las regiones, la lucha contra el sistema colonial español y se me abren muchas dudas sobre su papel ante el movimiento obrero canario que se pusieron de manifiesto a través de sus colaboraciones de prensa. ¿Cuáles fueron las razones de su cuasi olvido en la memoria colectiva de su propia tierra?
Los homenajes de exaltación a la bandera española siendo maestro en la escuela de niños de Puerto de Cabras y su artículo relacionado, que apareció en el periódico “Escuela Canaria”, desdibujan las similitudes que años antes mantuvo con Secundino Delgado en la campaña autonomista que ambos defendieron desde las páginas de “El Obrero” y prosiguieron de forma efímera en “Vacaguaré”.

El maestro de escuela

Un personaje vocacional y de ideas avanzadas para su tiempo y para el entorno en que eligió ejercer la docencia.
En la primera década del pasado siglo XX Puerto de Cabras no superaba los 600 habitantes y contaba con dos escuelas, una de niños, vacante durante los primeros cinco años, y la de niñas, que, en los tiempos del señor Déniz, estaba a cargo de la maestra titular Concepción Castro Cúllen, que compartía su actividad con la interina M. Lorenza Fajardo Negrín, natural de Betancuria esta última.
Manuel Déniz llegó a la capital majorera en 1907 (posiblemente nombrado maestro de la localidad el año anterior), trayendo a sus espaldas una larga trayectoria en apoyo al movimiento obrero, societario y partidario de las tesis autonomistas cercanas al nacionalismo canario; tesis que defendió desde las columnas de muchos periódicos en los que, además, se mostró especialmente sensible (quién se lo iba a decir, o quizás por ello vino, lo mandaron venir, o lo trajeron) con la postración y la calamidad que arrastraba Fuerteventura y que, muy al estilo de la época, reprodujo el semanario “La Aurora” de Puerto de Cabras, agradeciéndole públicamente su apoyo al desarrollo de la isla.
Manuel Déniz ejerció el magisterio en el barrio santacrucero de San Andrés, para que el que fue nombrado interino en 1905 (año de la muerte de su padre en la capital chicharrera) y en Puerto de Cabras, donde su labor fue reconocida y premiada por las autoridades locales mediante la retribución monetaria y con el voto de gratitud que se le dispensó en varias ocasiones a través de la Junta Local de Instrucción Primaria, de la que formó parte como maestro de la escuela de niños. Aquí, en la misma aula, llegó a impartir, incluso, clases nocturnas para adultos, implicando a personalidades de la localidad para que dieran conferencias con vocación instructiva para la población; es el caso de José Castañeyra Carballo, que el 19 de noviembre de 1909 disertó sobre “la necesidad de instruirse”, al que siguieron otros como Juan Domínguez Peña.

Don José Castañeyra Carballo era el alcalde de Puerto de Cabras cuando llegó el maestro don Manuel Déniz y participó en las conferencias del aula nocturna para adultos que nuestro personaje abrió en la localidad en 1909. [Foto publicada en el libro Puerto del Rosario, 100 años en la memoria].

Alumnos de bachillerato como Manuel Medina o Ramón Castañeyra Schamann le echaban una mano cuando el maestro estaba inmerso en sus otras actividades o atendía a su familia enferma. Y, pese a todo, fue en Puerto de Cabras donde se le abrió expediente por ausencia del puesto de trabajo que resultó finalmente sobreseído en la Junta Provincial de Primera Enseñanza, pero que lejos de acobardarlo, lo llevó a reorientar su vida.
Fue a raíz de aquel expediente, de los desengaños políticos y sociales y por la propia salud familiar que presentó a la Universidad Literaria de Sevilla su renuncia al cargo de maestro de escuela que entonces ejercía, como hemos visto, en Puerto de Cabras.

Su labor política y sindical

Sensible con la ideas innovadoras y autonomistas, Déniz Caraballo fue uno de los 29 personajes que firmaron el Plebiscito de Manuel Velázquez Cabrera de 1910 en Puerto de Cabras, significándose así próximo a las ideas conservadoras que se alejaban del leonismo oficialista en Fuerteventura.
Con escasos veinticinco años de edad ya escribía en 1900, en “El Obrero”, desde cuyas páginas abogó por el asociacionismo de clase y en cuyo medio acompañó a Secundino Delgado Rodríguez en la campaña autonomista que iniciaron en aquel periódico ante las elecciones municipales de noviembre de 1901.
Miembro del gremio de impresores, tipógrafos y encuadernadores, a su firma se anunciaba la Imprenta Tinerfeña en 1901.
Simpatizante de la Asociación Obrera de Canarias, se significó a través de las columnas de “El Obrero”, órgano de aquella organización sindical, donde colaboraba, entre otros, junto al citado Secundino Delgado en la organización del Partido Popular y en la orientación autonomista que abandonaron a fines de 1901 para radicalizarla por otra vía, fundando a principios del año siguiente “Vacaguaré”, cuya dirección asumió don Manuel Déniz…
Seguramente basándose en cuanto decimos en el párrafo precedente, hay quien dice que, de joven, Déniz estuvo también en América, donde pudo conocer publicaciones como el “Guanche” o “Las Canarias” y sus promotores. Aunque a mí me da la impresión de que nuestro personaje se sintió atraído por la ideas avanzadas y críticas con el régimen colonial español, que conoció a Delgado en ese contexto, teniendo como punto de encuentro la organización obrera en los principios del siglo XX en Canarias, apasionándose al punto de insinuar en alguna de sus diatribas que también él estuvo en las américas.
Uno de sus primeros discursos, si no el primero, lo pronunció el 23 de octubre de 1901 en la sede de la Asociación Obrera de Canarias, tras la constitución del Partido Popular Autonomista, con el que pretendían defender los intereses proletarios y autonómicos en las elecciones municipales del año siguiente:
“Compañeros: / Por primera vez en mi vida os dirijo la palabra, pues con pocas o ningunas facultades para la oratoria, he temido, y por eso, con gran pesar, me he retraído de expresaros lo que pienso y siento; pero no creo que me hayáis tildado, por esto, de ser uno de los pocos hijos del trabajo que no aman la emancipación de su clase, pues creo haberos dado pruebas de que siento entusiasmo y quiero el progreso e ilustración de los obreros, mis hermanos, con los varios y distintos escritos que desde las columnas de unos cuanto periódicos de la provincia, he dedicado a la cuestión económico-social con motivo del venturoso despertar del proletariado isleño; escritos, en verdad, poco correctos y amenos, pero hechos con lenguaje franco y rudo y en los cuales he dicho lo que a mi entender debía decir, sin tener en cuenta que con ellos alguien se ofendiera ni los perjuicios que los mismos podrían acarrearme./ Así es, pues, que espero me dispenséis mi atrevimiento, el cual me hace hasta temblar y tartamudear, pues si por él me dejo arrastrar, es solo por el gozo, la inefable alegría que en este momento experimento al veros aquí congregados… solo con objeto de deliberar sobre de lo que vamos a hacer en las próximas elecciones municipales, ya que, por iniciativa nuestra, ha quedado constituido el partido popular, esa gran institución que, inspirada en ideales sanos y redentores, ha de sacar a este Archipiélago, y con él a sus hijos, del estado de desmoralización, miseria y ruina en que en la actualidad se halla… Nuestro partido, el partido popular, será el único, por los ideales que propagará y defenderá, que ha de beneficiar al pueblo canario en general y a la clase obrera en particular.-/ Sí; queridos compañeros, hagamos un esfuerzo por salvar de las garras del caciquismo, que las oprime…”
Estaban viviendo y luchando por el nacimiento del Partido Popular Autonomista. Dentro del asociacionismo sindical se había promovido una línea política concreta que llevaría a Secundino Delgado Rodríguez y al propio Manuel Déniz Caraballo a fundar el nuevo semanario que vería la luz a principios de 1902, cuando ya habían dejado “El Obrero”.
El primero, tildado de conspirador contra el régimen colonial español fue detenido y del semanario apenas salieron cuatro números.
Manuel Déniz Caraballo, simpatizante con la lucha obrera, con la instrucción del proletariado y con el autonomismo vivió aquellos escarceos políticos pero, a partir de entonces, da la impresión de que se volcó en el magisterio y en la carrera de administración local, siempre arrastrando su inquietud por el asociacionismo y por la instrucción de la gente… como dejaría bien claro en sus múltiples artículos y empresas periodísticas. Por entonces, según Suárez Rosales, su compañero Secundino Delgado era preso y recluido en la Modelo de Madrid, por orden de Valeriano Weyler.

Manuel Déniz Caraballo y Secundino Delgado (en la foto) impulsaron la campaña autonomista desde  "El Obrero". El que luego sería maestro de Puerto de Cabras le acompañó también en el periódico "Vacaguaré", en 1902, donde intentaron proseguir aquella línea política.

Poco tiempo antes, a finales de 1900, en “El Iriarte”, bajo el epígrafe Incitamiento, escribía Manuel Déniz Caraballo: que “…La actividad que en los obreros de Las Palmas, Laguna y Santa Cruz se percibe, actividad que ha de coronar con el más hermoso éxito las nobles aspiraciones de todos: unión e instrucción…” y acababa haciendo un llamamiento a “…los proletarios del Puerto de La Cruz, quienes, sin duda alguna sabrán corresponder a tales excitaciones engrosando nuestras filas y contribuyendo a que en Canarias, olvidada en medio del océano, saqueada y envilecida por hombres sin conciencia, renazca y fructifique el árbol frondoso de la libertad, a cuya sombra los hijos todos del trabajo… se confundan en un eterno abrazo y eleven unidos himnos de alabanza a la igualdad, a la justicia y a la paz”.
Y bajo el seudónimo Daniel M. Nuez, escribía en “El Obrero”, de 29 diciembre 1900, su artículo Trabajar, que concluía de esta manera: “Trabajar es la misión del hombre en la tierra; trabajando, se nos dice, no se escasea de nada; lo que creemos sea una verdad bien grande, pero que hoy por hoy, tal cual está constituida la actual sociedad, resulta una mentira solemne. Luchar, pues, por conocer la causa de los infortunios de la clase obrera, es necesario; buscar los medios de ahuyentar la miseria que la aniquila y persiste, es un deber; la lucha entre el capital y el trabajo, entre el humilde y el poderoso, se impone…”

Y sin embargo, el desencanto de Manuel Déniz se destila en su justificación de por qué abandonaba la redacción de “El Obrero”: la asumió cuando quien le precedió, Cabrera Díaz, tuvo que expatriarse, y la dejó tras el fracaso electoral del Partido Popular Autonomista y su disolución tras las elecciones municipales de Santa Cruz de Tenerife. Agarrado a su pluma así lo expresó en las columnas de aquel periódico en su edición de 12 de diciembre de 1901. Tal vez fueran aquellos acontecimientos, el cierre de “Vacaguaré” y la detención irregular de Secundino Delgado en 1902 los que forzaron un primer golpe de timón a su vida hacia el Magisterio, no sin antes volver a la redacción de “El Obrero” en mayo de dicho último año…///...

Copyright: Francisco Javier Cerdeña Armas